martes, 11 de marzo de 2008

NANNERL MOZART



Wolfgang Amadeus Mozart nació el 27 de enero de 1756, en Salzburgo, Austria. Su padre, Leopoldo, era violinista y estaba, como músico, al servicio del arzobispo de aquella ciudad: se distinguía como buen maestro y, en el mismo año en que nació su hijo, publico un método titulado "Ensayo de una escuela fundamental del violín", que fue considerada como "obra maestra de buen gusto y de técnica". Su madre, Ana María Pertl, era muy estimada por su sencillez, dulzura y buen sentido, cualidades a las que unía una alegría encantadora, una amabilidad complaciente y una discreción oportuna. El otro miembro de la familia, cuando Wolfgang nació, era María Ana (Nannerl), que tenía cuatro años. Debido a la altísima mortalidad infantil en la Europa antigua, de los 7 hijos que tuvo el matrimonio solo ellos dos sobrevivieron.

Maria Anna Walburga Ignatia Mozart
(Salzburgo, 1751 - Salzburgo, 1829)

La hermana de Mozart llamada cariñosamente "Nannerl", bautizada en su ciudad natal Salzburgo el 30 de julio de 1751 con los nombre Maria Anna Walburga Ignatia, fue el cuarto de los hijos, la mayor de los supervivientes, del matrimonio Leopold y Anna Maria Mozart. A la hija, con notable talento para el piano y también para la composición, Mozart padre le otorgó la misma educación que a su hijo; la presentó en el gran mundo en idéntica medida que a Amadeus, hasta que, para favorecerle, cedió el paso a su hermano. En 1759 Leopold compila el "Libro de Música de Nannerl", que se convirtió también en libro de estudio del hermano (primera edición: Munich, 1956, editado por Erich Valentin). Sumamente instructivas son tanto las candorosas notas de viaje (1763/66) de la hija Mozart como también las páginas del diario (1775/77, 1779/80, 1783. Primera edición: Salzburgo, 1958) y sus manifestaciones biográficas (entre otros a Friedrich von Schlichtegroll, 1792). Aún después de su casamiento (1784) con Johann Baptist Franz von Berchtold zu Sonnenburg (1736-1801), con el que vivió hasta su muerte en el edificio del juzgado de St. Gilgen, siguió atendiendo a su padre. De sus tres hijos sobrevivió sólo el hijo Leopold Alois Pantaleon (1785-1840), que nació en Salzburgo en la "Tanzmeisterhaus" y fue el orgullo de su abuelo. Gracias a la parte de la herencia que le había asignado el marido pudo ir viviendo en cierto modo pasablemente, habiendo quedado ciega en 1824 pero dando clases de piano a pesar de ello. Nannerl falleció en la casa Barisani (Siegmund Haffner Gasse, 12) y, después de haber modificado su testamento (1823), fue enterrada en la cripta comunal de la iglesia de San Pedro (no en San Sebastián), como había previsto su padre, puesto que ese enterramiento se lo había apropiado ya su cuñada Constanze para su segundo marido Georg Nikolaus Nissen y para Genoveva Weber. Mozart obsequió a su amada hermana con la Sonata en Re mayor K.251 de 1776, el Capricio K.395/300g de 1778, el Preludio y Fuga K.394/383a y presumiblemente el Adagio en Si menor K.540 de 1788.

Nannerl fue una niña prodigio, dio conciertos con tan sólo cinco años y logró cautivar a su público por su maestría frente al clavicémbalo. Una vez nacido Wolfang sus padres decidieron que ella se debía ocupar del hermanito, quien ya demostraba interés por la música. Es a partir de la primera interpretación de Wolfang, delante de su padre y sus amigos músicos, a los tres años, que Nannerl quedará para siempre relegada a una segunda posición, aunque su talento era tal que, junto con su hermano (y anunciando siempre que tenían dos años menos de los que realmente tenían, por su padre) dio conciertos para los reyes de Francia e incluso llegó a ir a Inglaterra junto con su familia.

Esta mujer con kilómetros a su espalda, experiencia a raudales y talento sin discusión no sólo interpretaba música, sino que, además, se atrevía a componer. Esto debía hacerlo siempre a escondidas, ya que su padre (el jefe de familia en el más puro sentido de la palabra) no toleraba que nadie sino su preciado Wolfang fuera el que compusiera música o tocara el violín, instrumento considerado poco apto para las manos femeninas. Además, el puesto de la mujer, según la sapiencia de Leopold Mozart, no era el de ser concertista, sino el de ser profesora de música (de alumnas con alto poder adquisitivo) para así pagar los estudios de su adorado hijo, el gran genio de la música.

Gracias a esta sapiencia antes comentada, Nannerl se vio relegada a una miserable vida de profesora de música, dando clases de piano a hijas de aristócratas que tenían como se suele decir “una oreja frente a la otra”, y a tener que soportar la soporífera vida de Salzburgo, llena de eventos sociales pensados para desposar a jóvenes de buena familia, para enviar dinero a Wolfang y a su padre, que se encontraban en Italia.

No es de extrañar, por tanto, que Nannerl se sumiera en una profunda depresión y que no saliera de su habitación durante días, que odiara profundamente a su padre y resintiera a su hermano (el mismo a quien había amado desde que naciera, y protegido y defendido del estricto padre).

Nannerl pasó de ser una joven tímida, pero llena de vida gracias a la música, a ser una joven cínica, considerada de mal carácter y mucho genio. Para acabar de rematar la jugada, Nannerl decidió que ya no tocaría música nunca más y quemó las partituras que siempre llevaba entre las enaguas.

La relación entre los hermanos pasó a ser de muy intensa a fría desde ese momento y se transformó en gélida por un acontecimiento que causó la huida de Wolfang de Salzburgo y otra profunda depresión de Nannerl.

Cuando ya pensaba que no le quedaba otra cosa que morir surge la esperanza, en forma de St. Gilgen, que le sirve no sólo para despertar sino para volver a ser persona.

Maria Anna Ignatia se casó en 1784 con un sucesor en el cargo de su abuelo, el juez Johann Baptist Berchtold zu Sonnenburg. Nannerl viene a vivir junto con su esposo ese mismo año a la casa natal de su madre, residiendo en St. Gilgen hasta la muerte de su marido en el año 1801. En un lado de la calle del lugar conmemorativo se encuentra un relieve doble del escultor Jacob Gruber, instaurado en 1906, que representa a la madre de Mozart con su hija Nannerl.

El abuelo de Mozart, Wolfgang Nicolaus Pertl, desempeñó el cargo de juez en St. Gilgen entre 1716 y 1724. Por encargo del conde von Harrach, príncipe obispo de Salzburgo, construyó el antiguo edificio del Palacio de Justicia entre 1719 y 1720. En él nació la madre de Mozart, Anna Maria Walburga Pertl el 25 de diciembre de 1720. En 1724 murió su padre y la familia se trasladó a Salzburgo, donde en 1747 se casó con Leopold Mozart, proveniente de Augsburgo.

La existencia de Nannerl, en lo musical, se vio sujeta a dos circunstancias determinantes: los prejuicios sociales frente a la mujer creadora y la brillantez fulgurante de su hermano. En su siglo, la actividad musical femenina estaba relegada a la interpretación vocal y a la clavecinística (luego, pianística), pues la práctica de los demás instrumentos les estaba vedada, como lo estaba también la composición. Nannerl y su padre, Leopold, aunque compartan este mismo apellido, es Wolfgang Amadeus el genuino, el verdadero, el único Mozart a secas. Ellos fueron a la vez víctimas y beneficiarios de su celebridad, pues se han visto eclipsados por su genio a la par que le deben el ser recordados. De no haber sido el uno el padre y la otra la hermana de Mozart, sus virtudes musicales, que las tuvieron, no les habrían dado derecho a un reconocimiento histórico de la magnitud del que gozan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Disculpa pero de qué reconocimiento a Nannerl Mozart hablas?? quien sabe y realmente la autora de sus principales composiciones fue ella y no Amadeus, con lo q cuentas todo pudo haber sido posible en esos tiempos y con esa sociedad retógrada, quien sabe y lo famoso de Amadeus Mozart fue gracias a su hermana, q así como veo las cosas es lo más probable. Quien le debería a quien?