miércoles, 1 de agosto de 2007

EL AMOR DE UNA MADRE NO SE DIVIDE, SE MULTIPLICA

Nunca me atrevi a pensar en el momento en que mi madre ya no estuviera, divagar alrededor de esa idea me aterraba, jamás me atrevi... hoy, hace exactamente cuatro meses nos dejó.

Hay dos días en esta vida que han producido un profundo impacto en mi ser, uno, el día que acaricie la mejilla de mi hijo cuando lo vi por primera vez, y el otro, cuando tome la mano de mi madre fuertemente al despedirme de ella por última vez, sin saber que ya no la vería más, y le pedí que le echara ganas, que no quería verla en el hospital otra vez.

Cuando fue velada, no quise verla dentro del ataúd, no quise que mi último recuerdo de ella fuese así; prefiero recordarla como siempre, mirándome, hablándome, feliz de ver a sus nietos jugar, contenta con sus violetas y sus plantas, con sus pájaros volando por los cielos, con sus figuras de elefantes y sus documentales de animales que veía en televisión; su vida no fue fácil, luchó por sacarnos adelante a nosotros, sus hijos, no le quedó tiempo para descansar, pero conservo recuerdos que le proporcionaban alegría, muchos en su mente y algunos otros en cajas, herede una que otra cosa de las que tenia guardadas, un cuadro que, me contó mi hermano, coloreo nuestra madre, un carrito que fue mio en mi infancia y unas monedas antiguas que me dio personalmente; también herede el habito de guardarlo todo, herede su caracter y tal vez algunas otras cosas de las que aún no me he percatado.

Tenía la costumbre de no querernos preocupar y de procurar que siempre estuviéramos bien, sus hijos y sus nietos; por eso, se que esta con nosotros, con sus tres hijos y demás nietos, porque el amor de una madre no se divide entre sus hijos, se multiplica por cada uno.

Gracias Doña Lupe
la amamos
y la extrañamos.

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