Cuatro asesinatos a las puertas de la casona marcada hoy con el número 90 de la calle de Uruguay, el autor de los homicidios: don Juan Manuel Sotomayor de Solórzano, quien por celos vendió su alma al diablo.
Corría el siglo 17, don Juan Manuel, tuvo por encargo la Real Hacienda, pero fue encarcelado acusado de estafador.
En prisión enloqueció de celos al enterarse de que su esposa, doña Marina de Laguna, era cortejada.
Desesperado, negoció con el diablo para entregarle su alma a cambio de saber quién lo deshonraba.
El pacto fue sencillo, utilizando un permiso para poder salir de prisión, don Juan Manuel debía estar a las once de la noche afuera de su casa y preguntar la hora a quien pasara. Si el transeúnte respondía, tenía que ser asesinado y don Juan Manuel debía esperar la aparición de Lucifer, señal que confirmaría que la víctima era el pretendiente.
Mató en tres ocasiones antes de ver al responsable de su deshonra.
"íDichoso vos, que sabéis la hora en que vais a morir!", dijo a su cuarta víctima antes de hundir su espada y obtener la presencia de Belcebú.
Tras confesarse, don Juan Manuel recibió la penitencia de rezar tres días bajo el palo de la horca, la tercera noche, una de octubre de 1641, vio un cortejo fúnebre en el que almas en pena cargaban un ataúd, dentro iba él mismo... don Juan Manuel terminó ahorcándose.
Corría el siglo 17, don Juan Manuel, tuvo por encargo la Real Hacienda, pero fue encarcelado acusado de estafador.
En prisión enloqueció de celos al enterarse de que su esposa, doña Marina de Laguna, era cortejada.
Desesperado, negoció con el diablo para entregarle su alma a cambio de saber quién lo deshonraba.
El pacto fue sencillo, utilizando un permiso para poder salir de prisión, don Juan Manuel debía estar a las once de la noche afuera de su casa y preguntar la hora a quien pasara. Si el transeúnte respondía, tenía que ser asesinado y don Juan Manuel debía esperar la aparición de Lucifer, señal que confirmaría que la víctima era el pretendiente.
Mató en tres ocasiones antes de ver al responsable de su deshonra.
"íDichoso vos, que sabéis la hora en que vais a morir!", dijo a su cuarta víctima antes de hundir su espada y obtener la presencia de Belcebú.
Tras confesarse, don Juan Manuel recibió la penitencia de rezar tres días bajo el palo de la horca, la tercera noche, una de octubre de 1641, vio un cortejo fúnebre en el que almas en pena cargaban un ataúd, dentro iba él mismo... don Juan Manuel terminó ahorcándose.
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