viernes, 21 de diciembre de 2007

NACIMIENTO DE JESÚS


El calendario occidental, así como gran parte de la perspectiva que tenemos para dividir la historia, toma como punto de partida al nacimiento de Jesús de Nazaret, fundador del Cristianismo. Este evento es el "punto focal" a partir de cuando se fechan todos los acontecimientos en la cultura judeocristiana, creyéndose que no existe la menor duda sobre su precisión cronológica.

En nuestra época, la cuestión adquiere una particular significación, que va mucho más allá de la datación civil de los hechos. Durante cualquier otro siglo (salvo, tal vez, en las postrimerías del X d.C.), no fué demasiado importante, a nivel teológico o religioso, si Cristo nació unos años antes o después de lo que la tradición supone. Sin embargo, al completarse dos milenios desde aquel «Anno Domine», el tema se convierte en trascendental.

Se desarrollaron exégesis de las profecías bíblicas y planteado modernas predicciones en relación con el comienzo del "Tercer Milenio". Si bien es cierto que ninguna de las iglesias cristianas tradicionales dió crédito a la posibilidad de que el año 2000 (d.C.) fuese un punto de inflexión en la historia o que determinara el final de esta, la creencia popular, en todo el mundo occidental, era notoriamente diferente. Desde concepciones de "nuevas eras", en donde el mundo llegaría a un estado de armonía y prosperidad, hasta escatológicos augurios del «Día del Juicio» y del apocalíptico «Armagedón», todo tipo de sistemas de creencias anidaron en los albores del "Milenio".

Sin embargo, la verosimilitud de estas doctrinas, que suelen ser denominadas en forma genérica como "milenaristas", se vió supeditada a la exactitud numérica del Calendario Gregoriano; las mismas, quedarían invalidadas por la evidencia histórica de que Jesucristo no vino al mundo realmente en el año 1, sino un poco antes.

Y de hecho, esto es lo que en verdad ocurrió. La mayoría de los expertos en la materia están de acuerdo en que el nacimiento de Cristo se produjo entre 4 y 8 años antes de lo que comunmente se cree.

Pero, ¿qué es lo que lleva a los estudiosos a pensar así? La respuesta proviene de la correlación histórica que los mismos evangelios nos ofrecen. En Mateo 2:1 se dice: «Jesús nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes…» y en otro pasaje del mismo evangelio (2:19): «Cuando había muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José…» (habiendo ya nacido Jesús).

Este "rey Herodes", que la historia secular conoce como «Herodes el Grande», fué un monarca vasallo de Roma que gobernó con cierta libertad a Palestina entre los años 40 (para algunos 37) y 4 a.C. Sabemos esto, gracias a varias fuentes fidedignas de la antigüedad, que además se corresponden con los descubrimientos arqueológicos, por lo cual no existe la menor duda.

Una de estas fuentes es la obra llamada «Antigüedades Judaicas», del historiador Flavio Josefo. En el Libro XVII, cap. VI, párrafo IV, documenta un eclipse de luna (el único al que alude en toda su obra y que, según él, ocurrió poco antes de la muerte del monarca, pudiéndose ver desde la zona de Jericó. Se ha determinado que la fecha del este evento astronómico fué el 13 de Marzo del año juliano 750, que corresponde al año 4 d.C. del Calendario Gregoriano.

Esta evidencia, por si sola, retrotrae al menos 4 años la fecha en cuestión; pero, además, una lectura atenta de los pasajes bíblicos inherentes al relato, nos deja percibir un cierto lapso de tiempo entre el nacimiento de Cristo y la muerte de Herodes, por lo menos si otorgamos un mínimo de verosimilitud al texto. Si bien la duración del mismo no se puede establecer con precisión, es muy posible que todavía deba llevarse a la datación de la Navidad original un par de años más atrás.

Según el evangelio de Mateo (2:13-15): «…un ángel del Señor apareció en sueños a José, diciendo: "Levántate; toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo." Entonces José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fué a Egipto. Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que habló el Señor por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi hijo».

Más adelante dice (Mateo 2:19-21): «Cuando había muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y ve a la tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban quitar la vida al niño." Entonces él se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel».

Esta claro, para la mayoría de los analistas independientes, que esta narración no pretenden ser un recuento histórico, sino una alegoría simbólica. El evangelio de "Lucas", que junto con el de "Mateo" son los únicos de los cuatro canónicos que narran el nacimiento de Cristo, no dice nada de este viaje a Egipto, por lo que ni siquiera la correlación de los textos sagrados valida al evento como real.

Sin embargo, ya sea que la familia de Jesús emigrara a Egipto por un tiempo (no determinado) o que el episodio constituya una simple leyenda, el relato deja entrever un cierto lapso entre la "ida" y la "vuelta" al vecino país. Un viaje de esa naturaleza no se llevaba a cabo por unos pocos días de estadía. Cruzar el desierto del Sinaí era peligroso y tardado, en especial para una madre con su hijo recién nacido. Además, es obvio (por el pasaje Mateo 2:19-21) que, según las escrituras, se radicaron provisoriamente allí. Por todo esto, se puede concluir que el hagiógrafo, más allá de reportar un hecho real o narrar uno imaginario, quiso transmitir la idea de "cierto período de tiempo" entre el nacimiento de Jesús y la muerte del rey Herodes.

Según la opinión de muchos analistas, existe otro factor que denota un período temporal entre el nacimiento de Jesús y la muerte de Herodes «el Grande». Se trata, de otro pasaje del Ev. de Mateo:

«Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se enojó sobremanera y mandó matar a todos los niños varones en Belén y en todos sus alrededores, de dos años de edad para abajo, conforme al tiempo que había averiguado de los magos.» (Mateo 2:16-17).

"Los Magos" a que el texto alude, son los famosos "Reyes Magos" venidos del Oriente para adorar a Jesús.

Existen dudas sobre si esta matanza ocurrió realmente, pero de nuevo se puede ver en el autor del evangelio, la intención de denotar un lapso de tiempo entre un evento y otro. En esta caso, con un valor explícito: Si Herodes mandó a matar a todos los niños "menores de 2 años", por la información que los magos le aportaron, es lógico suponer que ellos creían que el "Mesías" ya había nacido hacía, aproximadamente, ese tiempo. De otro modo, el pasaje no tiene ningún sentido.

Muchos académicos, estiman que el supuesto genocidio de Herodes es una creencia popular (de tipo folclórica y posterior a su muerte) derivada de la brutalidad con que ejerció su reinado y mantuvo el poder (como Flavio Josefo lo documenta en su obra «Antigüedades Judías»), y del hecho de que entre los años 7 y 4 a.C. mandó a ejecutar a tres de sus propios hijos. El versículo 18 del mismo capítulo, alude a una antigua profecía:

«Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías, diciendo: Voz fué oída en Ramá; grande llanto y lamentación. Raquel lloraba por sus hijos, y no quería ser consolada, porque perecieron.» (Mateo 2:18)

El pasaje original dice: «Así ha dicho Jehováh: "Voz fué oída en Ramá; lamento y llanto amargo. Raquel lloraba por sus hijos, y no quería ser consolada por sus hijos, porque perecieron"» (Jeremías 31:15).

El libro de Jeremías habla aquí de las desventuras del pueblo de Israel en tiempos inmediatamente anteriores al destierro babilónico. Nada tiene que ver con la época de Jesús. Sin embargo, la correspondencia es natural si se equipara a la crueldad de Herodes con la de Nabucodonosor II. Esto muestra la recurrente intención del evangelista de validar a Jesús como al Mesías, aludiendo a antiguas profecías que eran congruentes con los hechos de su vida. Pero como se dijo antes, el tema de la matanza, es de dudosa historicidad. La principal razón es que Flavio Josefo documentó con holgura todo el reinado de Herodes y, sin embargo, nada dice sobre este evento. Sería sorprendente que siento tan meticuloso "obviara" el reporte de semejante atrocidad.

Otra razón que hace pensar en el carácter mitológico del relato, es la sospechosa equivalencia entre el genocidio de Herodes y la leyenda hindú sobre el nacimiento de Krishna. En la misma, el rey Kansa, tío del niño, asesinaba a todos los hijos de la Virgen Devaki (la madre), para tratar de evitar el nacimiento de éste, también en función de una profecía que auguraba el fin del reinado del tirano, si tal cosa ocurría.

Una última y sospechoza correspondencia es la similitud (e implicaciones) de este hecho, con la historia de la matanza de los varores hebreos por parte del Faraón, poco antes del «Exodo» mosaico (ver Libro del Exodo 1:8 a 22). Aquí también resalta la intención de "Mateo" en cuanto a establecer paralelismos entre los mitos del Antiguo Israel (especialmente con su figura centra: Moisés) y la vida de Jesús, para refrendarlo como el Mesías a los ojos de los judíos "predispuestos" a la idea.

Cualquiera sea el caso, las narraciones de la «Matanza de los Inocentes» y del «Viaje a Egipto» en sí mismas, dan a entender que Jesús nació un par de años antes de la muerte de Herodes (año 4 a.C.). Tal vez un poco después, pero nunca en la misma época.

En definitiva, se puede concluir sin la menor duda que, el nacimiento de Jesús de Nazaret, tuvo lugar entre los años 8 y 4 a.C. (probablemente durante el 6 a.C.) por lo que el Tercer Milenio de la Cristiandad comenzó varios años antes de lo que la mayoría supone y de lo que el calendario indica.

Ante esto surge otra pregunta: Si no es correcta, ¿De donde proviene la actual cronología?

En los primeros siglos del Cristianismo nadie sabía con precisión cual había sido el verdadero año del nacimiento de Cristo y se utilizaba el calendario romano o Juliano, para fechar los acontecimientos. Lo único que se daba por sentado, porque lo documenta el evangelio de Lucas (2:1) y, tal vez, la previa tradición oral o escrita en que el mismo se basó, era que Cristo había nacido bajo el reinado de César Augusto, el primer emperador de Roma.

El evangelio dice: «Aconteció en aquellos días que salió un edicto de parte de César Augusto, para levantar un censo de todo el mundo habitado. Este primer censo se realizó mientras Cirenio era gobernador de Siria. Todos iban para inscribirse en el censo, cada uno a su ciudad. Entonces José también subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, porque él era de la casa y de la familia de David, para inscribirse con María, su esposa, quien estaba encinta.»
«Aconteció que, mientras ellos estaban allí, se cumplieron los días de su alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito.» (Lucas 2:1-7)

El problema es que Augusto gobernó durante 38 años (27 a.C. al 14 d.C.) por lo que tal referencia no sirve para fechar, ni siquiera nominalmente, el natalicio de Jesús. No obstante, el versículo aporta otros datos, como el censo ordenado por el emperador y la gobernación de Siria [ver «nota»] por parte de Cirino («Cirenio» o «Quirinius»), lo que siempre se pensó, acotaba mucho más la datación. Lamentablemente, un estudio crítico del texto, lejos de aclarar el tema, muestra varios errores e imprecisiones históricas, algunas de las cuales ya habían sido vislumbradas en tiempos de los Padres de la Iglesia.

En primer lugar, se sabe que durante el mandato de Augusto se ordenaron tres censos, en los años: 28 y 8 a.C. y en el 14 d.C. El único de los tres que cuadra remotamente en la época posible para el nacimiento de Cristo es el segundo (8 a.C.), pero no es probable que tal evento se corresponda con su natalicio por dos razones: Primero, retrotrae demasiado el año en cuestión, sería 4 años antes de la muerte de Herodes. Segundo, no tiene sentido que el censo en cuestión se llevara a cabo en Judea, porque la misma gozaba de un status de "reino vasallo" y solo llegó a estar bajo la jurisdicción directa de Roma en el año 6 d.C. (14 años después).

Otro elemento poco creíble es el traslado de la población para ser censada: Roma llevaba a cabo los censos con fines puramente fiscales (para recolectar impuestos), de nada serviría el que alguien se empadronara lejos de donde se encontraba su patrimonio pues de ese modo no podría constatarse el mismo (recuérdese que los romanos eran cosmopolitas, no aferrados a un lugar determinado, por lo que el "volver" a la tierra natal para ser censado parece más bien una remembranza de la tradición judía). Además, en una zona problemática e insegura como Palestina, era impensable implementar semejante traslado (por el caos que el mismo podría provocar).

Por último, cuando Lucas alude al tal Cirenio o Cirino, debió referirse a Quirinius, quien fué, en efecto, "Legado" (gobernador) de Siria. Sin embargo, aquí se presenta otra contradicción con las fechas: Quirinius cumplió dicho cargo recién a partir del año 6 d.C. (10 años después de la muerte de Herodes).

Parece factible que Lucas confundiera un censo local llevado a cabo en Judea cuando Roma tomó el control de la provincia (6 d.C.) y que Flavio Josefo documenta, con el segundo censo general de Augusto (8 a.C.), pero una lectura más atenta, a la luz de la correlación de los datos demuestra que el hagiógrafo, ignoraba realmente las fechas y solo trató de situar los hechos en un contexto probable.

Queda claro que "Lucas" pretendió, como lo hace en muchos otros pasajes de su evangelio, el correlacionar los eventos de la historia secular con los de la vida de Cristo, para hacer su crónica más creíble y análoga a las biografías del mundo clásico. Sin embargo, por desconocimiento de los hechos o por razones indeterminadas, no pudo lograr su cometido.

De todos modos, si se le pretende dar una mínima validez a tales afirmaciones, hay que pensar que Lucas sitúa el nacimiento de Jesús antes del año 5 a.C. (por lo que en todo caso, coincide con los cálculos llevados a cabo a partir de Ev. de Mateo, que ofrecen el margen de 8 a 4 a.C.).

El calendario cristiano data de aproximadamente un siglo después de la caída de Roma. En el año 525 d.C. por orden del Papa Juan I, un monje benedictino, de origen escita, llamado Dionisio «el Exiguo», se empeño en calcular la fecha del nacimiento de Cristo, principalmente para reemplazar la forma de contar los años que regía por entonces.

La misma (como en los siglos anteriores) consistía en referenciar los hechos como ocurridos durante el "año número tal" del gobierno de un determinado emperador (esto fué algo común en toda la antigüedad, lo hacían los egipcios con sus faraones y muchos otros pueblos con sus reyes: se comenzaba a contar los años a partir del inicio de su reinado).

La idea de cambiar la forma de datación surgió quizás del mismo Dionisio, y le fué propuesta al Obispo Petronio, porque en esa época se contaban los años a partir del gobierno de Diocleciano, un emperador romano que persiguió con particular intensidad a los cristianos, por lo que tal referencia les resultaba ofensiva a muchos de ellos. Cayo Aurelio Valerio Diocleciano (245 a 313 d.C.) fué emperador entre los años 284 y 305 d.C., por lo que el año 525 d.C. era el "241 anno Diocletiani".

Sobre los cálculos exactos que Dionisio realizó, así como cuales fueron las fuentes de datación en que los basó, solo se puede especular. Sin embargo, es un hecho que tomó como punto de partida el calendario de la Fundación de Roma, estableciendo que Jesús de Nazaret había nacido en el año 753 de la fundación de la ciudad. A esta cronología, se la llamaba en latín: «ab urbe condita» ("desde la fundación de la ciudad"), por tanto Jesús, según Dionisio, había nacido en el "anno DCCLIII ab urbe condita" (o 753 auc).

En relación a como determinó el año, existen varias posibilidades, pero la fecha que eligió no ofrece misterios, dado que era la ya aceptada por la Iglesia de Roma: el 25 de Diciembre. De todos modos, el monje astrónomo, prefirió hacer coincidir el primer día del año con el que hacía siglos los romanos designaban para tal fin.

En Roma, los años comenzaban cuando el nuevo cónsul se hacía cargo de sus funciones, cosa que en 222 a.C. quedó fijada en el idus de Marzo, pero en 153 a.C. fué llevada a la calenda (primeros días) de Enero y ahí permaneció. Enero pasó así a ser el primer mes del año en las provincias romanas occidentales, práctica que se incorporó al calendario juliano.

De seguro, Dionisio designó al 1° de Enero del 754 auc, como 1° de Enero del año I de la Era Cristiana, por varias razones: Continuar con la ya aceptada fecha de comienzo del año, la proximidad con el 25 de Diciembre (por lo que la diferencia en días no era importante) y el que la tradición afirmaba que Cristo había sido circuncidado 8 días después de su nacimiento, por lo que el 1° de Enero resultaba casi perfecto.

Todos los estudiosos del tema están de acuerdo en que Dionisio cometió varios errores: El primero de ellos, el más obvio, fué que pasó del año I antes del nacimiento de Cristo al I después del mismo, "olvidando" el año CERO (0). Pero en realidad esto no fué un error, sino algo inevitable, pues hay que tener en cuenta que no pudo hacer algo diferente, dado que el concepto del "cero" matemático no existía por entonces.

El conocimiento del número CERO se extendió por Occidente, llegado desde la India a través de los árabes, en el siglo VIII, más de 200 años después de la época de Dionisio. Resulta obvio que el monje pudo haber notado la discordancia entre la edad de Jesús (según sus cálculos) y el año de su "Era", pero no tuvo disponible una solución para corregirla.

No se sabe si tomó en cuenta a Flavio Josefo y el tema de la muerte de Herodes el Grande, que ya era conocido por Eusebio de Cesarea en el s. IV. Pero sí que utilizó un antiguo método para averiguar el año de un evento en base a la "era de los gobernantes", que consistía en contar hacia atrás, emperador tras emperador hasta llegar a la época deseada.

Si se basó en el gobierno de César Augusto, surge otro error de cálculo: No sabía u olvidó que el primer emperador de Roma gobernó 4 años con su nombre original, Octavio (31 a 27 d.C.), sin el título de "Augustus". Esto puede explicar la diferencia entre el 4 a.C. de la muerte de Herodes (recuérdese que Jesús nació antes de morir Herodes según los evangelios) y el 1 a.C. que usó Dionisio. (Nótese que si se sumara el error de 1 año por ausencia del cero, más los 4 del gobierno de Augusto, podrá obtenerse el año 5 a.C., lo que de nuevo coincide con todas las hipótesis analizadas anteriormente para el año del nacimiento de Jesús).

Pero es más probable que usará los versículos del evangelio de Lucas 3:1 y 3:23 en donde respectivamente se dice que Cristo fué bautizado por Juan («El Bautista») en el año 15 del gobierno de Tiberio (29 d.C.) y que por entonces contaba con cerca de 30 años. Como se dijo anteriormente esto no es demasiado preciso, pero a Dionisio, siendo un monje apologeta, pudo bastarle.

Tiberio César gobernó entre el 14 y el 37 d.C., así que la siguiente ecuación es probablemente la que usó el monje:

14 + 15 = 29
29 - 30 = -1

(Como se pensaba que Jesús había nacido el 25 de Diciembre, y por tanto a finales del año, la fecha resultante estaría muy cerca al que el pensó fué el año I d.C.).

El sistema de datación creado por Dionisio el Exiguo se impuso en forma gradual. Gran parte de los cristianos mantuvieron la cronología de "anni Diocletiani", a pesar del antagonismo de dicho emperador para con ellos, justamente porque consideraban a esa "Era" como la de los mártires (la llamarón: "Era de los Mártires"). Por ejemplo hasta el día de hoy, la Iglesia Copta, de Egipto, sigue utilizándola y consideran al año 2000 d.C. como al 1716 de "la Era de los Mártires).
Casiodoro (Flavio Magno Aurelio Casiodoro - c. 490 a c. 585 d.C., historiador romano, nacido en Scylacium, Calabria), quien fuera contemporáneo de Dionisio, usó el "anno Domini" por primera vez en una obra publicada en 562 d.C. llamada "Computus Paschalis", sobre cómo calcular la fecha de Pascua.

Para finales del s. VI toda Italia ya usaba la "Era Cristiana" o "Anno Domine"; con Beda el Venerable, llegó a las islas británicas en el s. VII; Carlomagno lo adoptó a finales del s. VIII o comienzos del IX, pero tardó mucho más tiempo en difundirse por el resto de Europa (Lo que da por tierra la idea de que en vísperas del año 1000 se vivió un clima "apocalíptico" pues, por entonces, no se conocía o pensaba en el concepto de "Milenio"). Uno de los últimos países en adoptar el sistema de Dionisio fué España, en el siglo XIV.

Por su parte, Beda y Carlomagno fueron quienes cambiaron la forma mensual de los idus y calendas por el "dies mensi" (o días del mes) como lo conocemos hoy, pero también tardó siglos en imponerse.

El concepto de "Antes de Cristo" se comenzó a usar recién durante el s. XVII, al despertarse el interés por el estudio científico de la antigüedad.

Fue así como se llegó a la actual era y a la forma en que los occidentales datamos a la historia.

Todo lo analizado lleva a pensar que el nacimiento de Cristo no pudo ocurrir antes del año 8 a.C. ni después del 4 a.C. y con un grado mayor de probabilidad, entre el 7 y 5 a.C.

Lamentablemente no es probable que algún día se llegue a conocer el año exacto, pero de todos modos, podemos afirmar con seguridad que hay que retrotraer el evento al memos 5 años más allá de lo que la tradición supone.

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