lunes, 25 de febrero de 2008

SAPO BEELZEBUFO AMPINGA COME-DINOSAURIOS


Científicos de Estados Unidos encontraron en el noroeste de Madagascar un voluminoso anfibio al que apodaron “el sapo blindado de Belcebú”. El animal vivió hace 65 o 70 millones de años, y según conjeturan los expertos, pudo haber sido capaz de engullir crías de dinosaurios.

El batracio en cuestión era más grande que cualquier pariente suyo aún vivo, y quizá fue la más grande que alguna vez haya existido, de acuerdo con lo dicho por el paleontólogo David Krause, de la Universidad Stony Brook, en Nueva York, quien fue uno de los científicos que realizó el hallazgo.

Los descubridores bautizaron al batracio como Beelzebufo ampinga, nombre que se deriva de Beelzebub, el nombre griego de Belcebú, el Diablo, y bufo, el término latino para sapo. Ampinga significa “escudo” y tiene que ver con una parte de su anatomía que se asemeja a tal arma.

Beelzebufo medía cerca de 41 centímetros de largo y pesaba alrededor de 4.5 kilogramos. Estaba poderosamente armado y poseía una boca muy ancha y fuertes mandíbulas. Lo más probable es que no comiera con mucha delicadeza.

Beelzebufo era mucho más grande que cualquiera de sus parientes sudamericanos u otras familias de ranas, “como si hubiese usado esteroides,” dijo Krause.

Hoy día, el batracio más grande conocido es la llamada rana Goliat, en el occidente de Africa, que llega a medir hasta 32 centímetros de longitud y 3.3 kilogramos de peso.

“No es imposible pensar que Beelzebufo podría devorar reptiles, mamíferos o ranas más pequeñas, e incluso –si se considera su tamaño– posiblemente crías de dinosaurio,” dijo Krause por teléfono.

Los descubrimientos y conclusiones del equipo fueron publicados en la edición del lunes de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Susan Evans, paleontóloga del University College London que también participó del hallazgo, observó que el batracio “debe haber sido bastante perverso”.

Evans y Marc Jones, ambos del University College de Londres, determinaron que aunque vivió muy lejos, este batracio primitivo parece estar emparentado con un grupo de ranas llamados Ceratophrys, cuyos ejemplares sobreviven hoy en Sudamérica, según dijeron los científicos.

A estos parientes de Beelzebufo les han apodado ranas Pac-Man debido a sus enormes bocas. Algunas tienen pequeños cuernos en sus cabezas, tal y como posiblemente tuvo Beelzebufo, algo particularmente apropiado para el “sapo blindado de Belcebú”.

“Los hallazgos representan un auténtico rompecabezas biogeográficamente, en particular debido al mal registro fósil de las ranas en los continentes meridionales”, anotó Krause. “Lo que nos preguntamos es: ‘¿Qué está haciendo una rana sudamericana a medio mundo de distancia en Madagascar?’”.

Agregó que como las ranas “no son proclives a dispersarse a través de barreras marinas, y dado que los escasos fósiles de rana conocidos del Cretáceo tardío en África no están emparentados con Beelzebufo, una posibilidad es que hubiera una conexión de tierra entre Sudamérica y Madagascar durante ese periodo”.

Esta “tierra perdida” podría haber conectado la Antártida, en aquellos tiempos mucho más templada, y América del Sur. Eso habría permitido a los animales moverse entre los actuales continentes. Fósiles de otros animales de la misma época de la rana diablo han sido encontrados en ambos lugares.

“La aparición de esta rana en Madagascar y la existencia de sus parientes en Sudamérica ofrece fuertes evidencias de que el supercontinente Gondwanna se ‘desarmó’ durante la parte final del Cretáceo”, dijo Richard Lane, director de programa en la División de Ciencias de la Tierra de la Fundación Nacional de Ciencias.

Las primeras ranas aparecieron hace unos 180 millones de años, y su cuerpo básico se mantuvo casi intacto desde entonces.

Beelzebufo vivió durante el Cretáceo, al final de la era de los dinosaurios, que se extinguieron junto a otros animales hace unos 65 millones de años, cuando un enorme meteorito cayó en la Tierra.

El megabatracio no vivió como animal acuático, dando saltos entre los nenúfares, consideraron los científicos.

Más bien le tocó vivir en en un ambiente semi árido y quizá cazaba como sus parientes actuales, que se camuflan y sorprenden a sus presas.

Sus primeros fósiles fragmentarios fueron encontrados en 1993, y los científicos han ensamblado hasta ahora los fragmentos suficientes para armarla como a un rompecabezas, explicó Krause.

Su versión del batracio se basa en más de 60 huesos distintos recolectados en 26 localidades situadas en un radio de 1.8 kilómetros.

Los huesos encontrados incluyen buena parte del cráneo, la mandíbula, vértebras, la pelvis y elementos de una pierna.

Aunque posiblemente fuera el rey de los batracios, Beelzebufo no fue el anfibio más grande de la historia.

Algunos habrían adquirido dimensiones extraordinariamente grandes, como Prionosuchus, un cocodrílido que creció aproximadamente hasta los nueve metros durante el Pérmico, que finalizó hace alrededor de 250 millones de años.

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