sábado, 25 de julio de 2009

MITOLOGÍA DEL VAMPIRO

Un vampiro es, según el folclore de varios países, una criatura siniestra que se alimenta de sangre de seres vivos para mantenerse activo.

En algunas culturas orientales y americanas aborígenes el vampiro es una deidad demoníaca o un dios menor que hace parte del panteón siniestro en sus mitologías.
En la cultura europea y occidental, así como en nuestra cultura global contemporánea, el prototipo de vampiro más popular es el de origen eslavo, y es el de un ser humano convertido después de morir en un cadáver activo o reviniente depredador chupasangre.


Orígenes del mito

Probablemente el vampiro presente en el folclore de muchas culturas desde tiempos inmemoriales, proviene inicialmente de la necesidad de personificar uno de los arquetipos primordiales en el inconsciente colectivo, según la concepción de Carl Jung, como es el denominado "sombra", que representa los instintos o impulsos humanos ocultos más primitivos, o nuestra faceta instintiva animal, y así sería la encarnación del mal como entidad o una representación del lado salvaje del hombre1 latente en su sistema límbico y en conflicto permanente con las normas sociales y religiosas.

Pero es posible que el mito, como es conocido en nuestros días, sea una combinación compleja de varios temores y creencias humanas ademas del temor a los bajos instintos, como son: la atribución a la sangre de ser fuente de poderío o vehículo del alma, el temor a la depredación y a la enfermedad o a la muerte y en consecuencia a su expresión más palpable como es el cadáver, así como a la fascinación temerosa por la inmortalidad.

Algunos estudiosos sugieren que el mito del vampiro, sobre todo el que se popularizó en Europa después del siglo XVII, se debe en parte a la necesidad de explicar, en medio de una atmósfera de pánico colectivo, epidemias que asolaron Europa causadas por enfermedades reales, antes de que la ciencia lograra explicarlas racionalmente (Ver:Vampiro y Medicina).


Etimología

La palabra "vampiro", que comenzó a ser usada en Europa en el siglo XVIII, viene de las lenguas eslavas (del alemán vampir, que se deriva del polaco temprano vaper y éste a su vez del eslavo arcaico oper; con raíces indoeuropeas paralelas en el turco y en el persa). Significa a la vez "ser volador", "beber o chupar" y "lobo", además de hacer referencia a cierto tipo de murciélago.


Sinonimia

Otros nombres son: brucolaco en castellano, vurdalak (ruso moderno), vrolok (eslovaco), strigoï o strigoiul (rumano moderno), vampir (búlgaro), vukodlak (serbio), upiór (polaco), upir (ruso antiguo) , nosferatu (del griego nosophoro (νοσοφορος), portador de enfermedad) vampyrus (latín) y Kyuuketsuki (吸血鬼) o Kuei-jin en japonés.

En escritos ingleses medievales en latín el vampiro era denominado como "cadáver sanguisugus".


Características y atributos

La descripción de estas criaturas varía de autor en autor y de mitología en mitología. La mayoría de atributos de un vampiro que forman parte del folclor contemporáneo y que a veces incluso contradicen la naturaleza primordial del vampiro tradicional original, proviene de la literatura, sobre todo de la novela Drácula y las películas basadas en ella, así como de los comics y videojuegos. por eso, de las siguientes características, solo algunas son las esenciales o comunes en el folclore general o como parte de las creencias de ciertas regiones, y otras inventadas por los novelistas y libretistas de cine o diseñadores de videojuegos.

* Fueron humanos mortales, pero ahora están en un estado intermedio entre la vida y la muerte, de ahí que se les llame no-muertos, revinientes o redivivos. Esta naturaleza determinaba su aspecto básico:

1. Según algunas culturas, un cadaver desenterrado era considerado vampiro si su cuerpo parecía hinchado y le salía sangre de la boca o la nariz. También si notaban que sus uñas, pelo y dientes eran más largos que cuando había sido enterrado e incluso poseía un aspecto más saludable de lo esperado, mostrando piel sonrosada y pocos o ningún signo de descomposición. En algunos casos, cuando se abrían las tumbas sospechosas, se podía encontrar que el cadáver tenía sangre fresca de una víctima manchando su cara.

2. En Transilvania (Rumanía) se consideraba que los vampiros eran flacos, pálidos, y poseían unas largas uñas.

3. En Bulgaria se les puede reconocer por poseer un solo agujero en la nariz.

4. Según algunas culturas, tienen la posibilidad de transformarse en insectos, murciélago, rata, lobo o en niebla. La forma más mencionada en la cultura popular es la del murciélago.

5. Poseen largos y puntiagudos caninos (colmillos) y su piel es muy pálida y fría.

* Se alimentan primordialmente de la sangre de sus víctimas aunque hay descripciones de que también son antropófagos y en algunas culturas se consideraba que la sangre no era la base de su sustento, sino el "fluido vital" humano, algo tan etéreo como el alma. Actualmente algunos autores denominan vampiros psíquicos o emocionales a los perpetradores de acoso laboral o mobbing.

* No se reflejan en los espejos ni tienen sombra, tal vez como una manifestación de la carencia de un alma. Este atributo no es universal, pues por ejemplo el vampiro griego vrykolakas/tympanios poseía tanto sombra como reflejo, pero es muy popular gracias a novelistas como Bram Stoker que lo menciona en su novela Drácula.

*No toleran el ajo. En algunas tradiciones, también pueden ser alejados con rosas silvestres.

* Los vampiros por su naturaleza demoniaca no soportan los símbolos cristianos y por ello pueden ser alejados usando una cruz cristiana o con agua bendita y no pueden cruzar por terrenos consagrados como los de una iglesia.

* Son indestructibles por medios convencionales y son extremadamente fuertes y rápidos pero se debilitan junto a las corrientes de agua.

* Aunque en general se supone los vampiros son vulnerables a la luz del sol, en algunas culturas se decía que no solo pueden resistir la luz del sol, sino que en algunos casos podían viajar a otro pueblo y llevar allí una vida normal.

* Algunas tradiciones sostienen que un vampiro no puede entrar en una casa si no es invitado por el dueño; pero que una vez es invitado puede entrar y salir a placer.

* En algunas zonas de Europa del este, existe la creencia de que el vampiro es un ser lujurioso que vuelve al lecho conyugal y deja embarazada a su esposa. De esta relación nacía un niño de características especiales (que varían en cada región), que se conocía como dhampiro.

* Tienen una afinidad natural con la magia, en especial con la magia negra y concretamente la necromancia, siendo capaces de dominarla con mayor facilidad que el hechicero no vampiro más diestro.


Origen de un vampiro

En el conjunto de creencias populares se pueden distinguir unas formas básicas, a veces complementarias entre si, para que un ser humano se convierta en vampiro:

* Por predisposición desde el nacimiento: En Rumanía tenia mas posibilidades de ser un strigoi, el séptimo o duodécimo hijo cuyos hermanos mayores eran todos del mismo sexo. O tener unas marcas de nacimiento como el hueso sacro pronunciado, abundante vello corporal y haber nacido encapuchado, es decir con la cabeza envuelta en parte de la membrana placentaria, o haber ingerido parte de la misma.

* Por muerte prematura o violenta: En la antigua Grecia, al igual que entre ciertas culturas africanas y en Indonesia, se creía que los niños, adolescentes y en general las personas que habían tenido una muerte prematura o en circunstancias anormales, por suicidio o violencia, podían convertirse en fantasmas vagabundos o vampiros.

* Por incumplimiento de rituales funerarios y religiosos: En Rumanía también se creía que alguien se puede convertir en vampiro después de su muerte si los que se deben ocupar de preparar y vigilar debidamente el cadáver no cumplen bien su tarea y no impiden que un animal, especialmente un perro o gato, e incluso una persona pasen a sobre el mismo. Esta creencia es similar a la de los hindúes que consideraban los espíritus o Pitrs que se encuentran a la espera de reencarnar pueden convertirse en vampiros si nadie les recuerda y realiza los rituales funerarios de rigor conocidos como shraadh y que son para facilitar su reencarnación.

* Como maldición por acciones criminales o sacrílegas: En la antigua China también se creía que se convertían en vampiros ciertos criminales tradición similar a la existente entre los eslavos pues en Rusia se decía que los vampiros eran brujas o personas que se habían rebelado contra la Iglesia mientras estaban vivos, vendiendo su alma al diablo. A esta creencia ayudaron indudablemente los conceptos desarrollados por el cristianismo que, basados en la idea neoplatónica de la vida después de la muerte, fomentaron la idea de la corrupción del cuerpo y la supervivencia del alma hasta el día del Juicio Final, teniendo la posibilidad de acceder a este estado todos aquellos que murieran arrepentidos de sus pecados y que hubieran recibidos los últimos sacramentos.

Por las formas anteriores, en la Europa cristiana y especialmente entre los pueblos eslavos, todos aquellos que no fueran enterrados en tierra consagrada (en particular los suicidas y los excomulgados) y los que no hubieran recibido la extremaunción, tenían la mayor posibilidad de convertirse en espectros corpóreos vampiros o brucolacos.

Por mordedura de un vampiro: Según casi todas las tradiciones, especialmente entre los eslavos, aquella persona que moría después de ser mordida por un vampiro se convertiría a su vez en uno. Los escritores ocultistas aducen que esta manera solo es posible si hay aceptación por parte de la victima. Los autores de literatura de ficción le han dado a esta manera una connotación sexual muy intensa, siendo muy atractiva para sus propósitos dramáticos.


Identificación del vampiro

Existen numerosos y variados rituales que se utilizaban para identificar a un vampiro. Uno de los métodos descrito por el abate Calmet, citado por el padre Feijoo, para localizar la tumba de uno consistía en guiar a un muchacho virgen montado en un caballo también virgen a través de un cementerio; el caballo se negaría a avanzar sobre la tumba en cuestión. Generalmente se requería que el caballo fuera negro, aunque en Albania era necesario que fuera blanco. Que aparecieran agujeros en la tierra sobre la tumba era tomado como un signo de vampirismo.

La comprobación mas socorrida consistía en la exhumación del cadáver sospechoso para verificar directamente si tenia las características tradicionales y destruirlo, practica que llegó a ocasionar numerosas profanaciones de tumbas.

Otra evidencia de la actividad de un vampiro en la localidad incluía la muerte del ganado, de familiares y conocidos. Algunos podían hacer evidente su presencia mediante pequeños actos similares a los de un poltergeist, tales como mover muebles de la casa.


Protección contra un vampiro

Prácticas preventivas

Existen muchos ritos tradicionales para evitar que un muerto se convirtiera en un vampiro. Entre los celtas el enterrar el cuerpo cabeza abajo era una de las más extendidas, como también colocar hoces o guadañas cerca de la tumba, para evitar que los demonios poseyeran el cuerpo o para apaciguar al muerto y que este no se levantara de su ataúd. Con igual propósito se acostumbraba cortar los tendones de las rodillas.

En el folclore de la Grecia moderna se pone una cruz de cera y una pieza de cerámica con la inscripción "Jesucristo conquista" sobre el pecho del cadáver para evitar que se convierta en vampiro o vrykolakas.

En Europa Oriental, era frecuente introducir un diente de ajo en la boca, y a veces en los nueve orificios corporales, de los muertos así como atravesárles el corazón con un objeto cortopunzante, antes de inhumarlos y en las regiones sajonas de Alemania, se colocaba un limón en la boca del sospechoso de ser un vampiro.

Otros métodos que se practicaban comúnmente en Europa incluían esparcir semillas o arena en la tierra de una tumba sospechosa de contener a un vampiro para mantener al vampiro ocupado durante toda la noche contando los granos caídos. Historias chinas similares relatan que si un vampiro se encontraba con un saco de arroz, tendría que contar todos los granos uno a uno; es una temática que se puede encontrar en los relatos del subcontinente indio, así como en Sudamérica, sobre brujas y otros tipos de espíritus malignos o traviesos.


Talismanes, sustancias y objetos protectores

Variados objetos y sustancias son mencionados en las leyendas sobre vampiros por su efecto apotropaico, es decir por tener la propiedad de alejarlos o destruirlos, como el ajo o el azufre, así como un crucifijo, un rosario, o agua bendita. Los objetos varían de región en región; se dice que una rama de rosa silvestre o de espino puede dañar al vampiro y en Europa, esparcir semillas de mostaza en el tejado se decía que los mantiene alejados.

Aunque no se consideran como un objeto de protección, debido a que no se reflejan en ellos los espejos han sido utilizados para alejar a los vampiros cuando se situaban en una puerta, mirando hacia afuera.


Destrucción de un vampiro

En los Balcanes, existía el cazador de vampiros que podía ser un religioso o un dhampiro que según la tradición gitana es el hijo o descendiente de un vampiro con el poder de detectarlos, aunque fueran invisibles y destruirlos. Hasta principios del siglo XX, eran ofrecidos a los viajeros que iban a visitar Europa del este en particular, unos estuches o "kits" con las herramientas tradicionales para destruir vampiros y que ahora son propiedad de ciertos museos de curiosidades o de coleccionistas aficionados a lo esotérico.


Métodos:

* Clavar una estaca en el corazón de los cadáveres sospechosos de ser vampiros es el método más citado, particularmente en las culturas eslavas al sur. El fresno era la madera preferida en Rusia y en los estados bálticos, el espino en Serbia, y el roble en la región de Silesia. La estaca solía clavarse apuntando a la boca en Rusia y en el norte de Alemania, o al estómago en el noreste de Serbia. Atravesar la piel del pecho era una manera de "desinflar" al vampiro hinchado; es similar al acto de enterrar objetos afilados, como hoces, junto al cadáver, de forma que penetrara en la piel si el cuerpo se hinchaba lo suficiente mientras el cuerpo se transformaba en un no-muerto.

* Clavar la cabeza, el cuerpo o las ropas del vampiro para evitar que se alzara. Los gitanos clavaban agujas de hierro y acero en el corazón del cadáver y colocaban pequeños fragmentos de acero dentro de la boca, sobre los ojos, en las orejas y entre los dedos durante el entierro. También introducían espino en el calcetín del muerto, o le clavaban una estaca de espino en las piernas.

* La decapitación era el método preferido en las áreas germanas y eslavas del oeste, enterrando la cabeza junto a los pies, tras las nalgas o alejada del cuerpo. Este acto se veía como un modo de acelerar la marcha del alma, que, en algunas culturas, se creía que permanecía en el cuerpo.

* La incineración completa del cadáver y rociar agua hirviendo sobre la tumba eran medidas adicionales frecuentes. También , sobre todo en casos recalcitrantes, se desmembraba el cuerpo y se quemaban las partes, se mezclaba las cenizas con agua y se suministraban a los familiares a modo de cura.

* Repetir el funeral, rociando agua bendita sobre el cadáver, o con un exorcismo era una medida frecuente en los Balcanes.

* Disparar una bala a través del ataúd, y colocar un ajo en el interior de la boca, eran precauciones que se tomaban en Rumania hasta una época tan reciente como el siglo XIX.


Historia de los vampiros

Si bien existen sugerentes mitos en todas las civilizaciones de la Antigüedad, desde Egipto a Sumeria, la primera referencia histórica del vampiro se encuentra en la obra de Lucio Apuleyo, un escritor y filósofo romano, que vivió entre los años 125 y 180. Su novela El asno de oro cuenta la historia de dos hermanas malignas, Meroe y Panthia, que bebieron la sangre de un tal Sócrates (ninguna relación con el gran filósofo griego). Las hermanas cerraron las heridas de Sócrates con una esponjilla para que éste no se diera cuenta de la pérdida de sangre, pero cuando al día siguiente se inclinó para beber agua de un río, la esponjilla se cayó al agua, y tras ella la última gota de vida.


Los vampiros en la Antigüedad

En Mesopotamia se invocaba a los dioses protectores para que acabaran con los Utuhu y a los Maskin, seres muy similares a los vampiros que eran los culpables de las enfermedades y las pestes, por parte del pueblo. Estos seres junto con las huestes de Alal y Telal, pueden considerarse como antecesores de los vampiros.

En el Antiguo Egipto encontramos deidades vampíricas como Srun, caracterizada por tener aspecto de lobo y largos colmillos. Solían alimentarse de los cuerpos de sus víctimas humanas. Los fenicios tenían la creencia de que la mortandad de niños era debida a los ataques de Lilitu, espectro errante que se alimentaba de la sangre de los infantes. Se hicieron exorcismos para devolver a los chupasangres (también llamados chtonios, "amigos de la sangre") a sus tumbas.

En el judaísmo uno de sus arquetipos míticos es Lilith, la primera mujer de Adán, de quien se decía que, entre otras cosas, se alimentaba de la sangre de los niños no circundados y es inspiradora de muchos personajes de vampiresas seductoras en la ficción por su acentuado carácter sexual.

Kali Ma, en la India era una diosa sanguinaria y feroz, con cuatro brazos y una larga cabellera. Se le ofrecían sacrificios humanos en los que la sangre era el elemento principal. Otros seres eran los butchas.

En América, el pueblo amerindio Mapuche tiene entre sus creencias la existencia de un ser vampírico conocido como el Pihuychen que atacaría principalmente a animales, pero también a humanos. Igualmente creían en la existencia de una criatura vampírica acuática conocida como Trelke-wekufe (El cuero). Posteriormente ambos seres formarían también parte de la tradición chilena. También los Aztecas creían en un ser vampírico conocido como Civatateo que atacaba a los niños que después morían de una extraña enfermedad. También se dice que atacaba en las noches y especialmente en los cruces de caminos. También en la cultura Maya se creía que el guardian de Xibalba era un murciélago con rasgos humanos llamado Camazotz que decía arrancaba las cabezas de los extraños.

Ya en Europa, más concretamente en la mitología de la antigua Grecia, está la leyenda de Lamia, hija del rey oriental Belus y cuyos hijos fueron asesinados por la diosa Hera al conocerse que Lamia tuvo un romance con Zeus. Para vengarse, Lamia comenzó a perseguir a todos los niños que se encontraba para extraerles la sangre para alimentarse. Esta leyenda originó la superstición que persistió en las zonas rurales de la Grecia moderna, según la cualLamia atacaba a todos los viajeros extraviados, seducidos por la belleza de la "chupasangre". También en la mitología griega se encuentra el caso de Empusa, hija de la diosa Hécate, un ser con pies de bronce y monstruoso que podía transformarse en una bella mujer y conquistaba a los hombres para aprovecharse de su sangre. Además en la Hélade existían en sus leyendas las striges, deidades con rostro de mujer y cuerpo de pájaro que absorbían la sangre de los humanos mientras estos dormían. También existía un ser llamado Vrycolaka, que atacaba a su familia después de muerto.

Los romanos tenían a los larvae, no-muertos que no habían pagado sus crímenes en vida, y se vengaban de su estado esquelético y fantasmal absorbiendo la vida de los vivos.

En España, hacen parte del mito criaturas como las guaxas en Asturias, las guajonas en Cantabria y las meigas chuchonas en Galicia, todas ellas con un solo colmillo para succionar la sangre de sus víctimas, sobre todo niños.


El vampiro en la Edad Media

En la Edad Media, en los países de religión musulmana se hablaba de unos vampiros llamados gul, en el caso de ser varón, y gola siendo mujer, que se convertían en tales por haber tenido una muerte violenta. Estos seres tienen su aparición en uno de los relatos de Las mil y una noches llamado Honor de un Vampiro.

En la Saga Eyrbyggja que data del siglo XIII, sobre la colonización de Islandia, se cuenta como un jefe normando, Thorolf, regresa de su tumba para aterrorizar a la población hasta que su cadáver es incinerado.

La palabra upier (también como en polaco significa vampiro) llegó a utilizarse por primera vez en Rusia en el año 1047 para referirse a un príncipe ruso.

En 1190 Walter Map escribe De Nagis Curialium, en donde escribe hechos ocurridos por ataques vampíricos en Inglaterra. También recoge casos ingleses William de Newburgh en sus Chronicles, en 1196.

En España, en la región catalana del Alto Ampurdán (Gerona), se originó en el siglo XII una leyenda un poco olvidada pero que quizá sea la más importante sobre vampiros en la península Ibérica, y es la del Conde Estruch, Estruc o Estruga, un anciano caballero feudal, defensor de la cristiandad que vivió en el Castillo de Llers, destruido durante la guerra civil española, y quien se dice que murió asesinado y, como consecuencia de una maldición por su represión de las costumbres paganas que persistían en la zona, se convirtió en vampiro, aterrorizando mucho tiempo a los habitantes de la comarca, seduciendo también a jóvenes mujeres que quedaban embarazadas para dar a luz engendros monstruosos que morían al nacer.

Igualmente en una población catalana de la provincia de Tarragona, llamada Pratdip, nombre que en catalán significa “Prado del vampiro”, existe la leyenda de los “Dips”, unos perros vampíricos que asolaron la comarca y cuya figura aparece en el escudo de la población, así como en retablos de una ermita cercana dedicados a la patrona local, Santa Marina. En esa población existen también las ruinas de un castillo que la tradición oral local atribuye fue la morada de Onofre de Dip, otro señor feudal convertido en vampiro.

En Escocia existe una leyenda que se remonta al Reinado de Jacobo I en el siglo XV, sobre Swaney Beane quien conformó una salvaje e incestuosa familia de caníbales y vampiros que asoló la comarca de East Lothiam durante 25 años, hasta que fueron descubiertos en la cueva en que vivían y ajusticiados en Leith Walk.


El vampiro en la edad moderna

Desde comienzos del siglo XVIII los casos de vampirismo pasaron de las tradiciones populares a las publicaciones periodísticas y eruditas en Europa, que empezaron a informar y analizar casos específicos de los cuales el más emblemático es el de un hajduk serbio llamado Arnold Paole el cual motivó la inquietud de las autoridades del imperio austrohungaro que comisionaron a dos médicos militares autriacos, Flückinger y Glaser, la investigación la cual incluyó la exhumación y examen de su cadáver. El médico Johannes Flückinger, uno de los galenos que asistieron a la exhumación de Arnold Paole, publicó en Belgrado la obra titulada Visum et Repertum (1732). Ese libro, que circuló con profusión por Europa, popularizó el vocablo latino vampirus que no se empleaba con normalidad hasta entonces. El 13 de Febrero, el padre de Glaser, el vienés Dr. Johann Friedrich Glaser -a la sazón era corresponsal del diario Commercium Litterarium de Nüremberg- remitió al periódico una carta describiendo el caso tal y como se lo relató su hijo mediante una misiva fechada el 18 de Enero. La historia generó gran interés hasta el punto que tanto el informe de Flückinger como la carta de Glaser -en especial el primero- fueron reproducidos en numerosos tratados (Ver El vampiro en la literatura) y artículos lo cual contribuyó a la propagación de la creencia en vampiros entre los europeos cultos. El informe médico que dio origen a la leyenda se explica hoy día por la poca comprensión que se tenía en la época sobre el proceso de descomposición de los cadáveres.

Gracias a las novedades que aportaba el llamado Siglo de las Luces, donde se vive el triunfo de la razón y el desprestigio de las supersticiones, se trató de desvirtuar las leyendas sobre vampiros. En 1746 el padre benedictino Dom Augustin Calmet publicó su obra "Dissertations sur les apparitions des anges, des démons & des esprits et sur les revenans et vampires de Hongrie, de Boheme, de Moravie & de Silesie ..." con la cual paradojicamente propagó las leyendas y fábulas sobre los vampiros aunque su intención era desacreditar el mito con argumentos cristianos. Esta y otras obras que nacieron a la sombra de la Ilustración en contra del vampirismo como la Dissertatione sopra i vampiri (1774) del arzobispo de Florencia Guiseppe Davanzati, sólo consiguieron incrementar aún más la creencia en ellos.


El vampiro en la edad contemporánea

El caso de vampirismo ajustado a los cánones del mito, más famoso en tiempos recientes es posiblemente el incidente sucedido en 1892 con Mercy Brown fallecida a los 19 años a causa de tuberculosis en Exeter, Rhode Island, USA y cuya inhumación fue realizada ante el temor de que se haya convertido en vampiro siendo este un caso clásico en la mitología urbana de esta región de Nueva Inglaterra.


Personajes históricos relacionados con el vampirismo

Existen personajes reales cuyas actividades inspiraron la figura del vampiro mítico en el folclore contemporáneo, sobre todo el alimentado por la imaginación de novelistas.


Vlad Draculea

También conocido como Vlad III o Vlad Tepes, es un noble héroe nacional rumano que en el siglo XV luchó contra la invasión de los otomanos, famoso por la fiereza y crueldad de sus métodos y es el personaje que inspiró la novela "Drácula" de Bram Stoker.

Draculea significa hijo de Dracul que a su vez significa el dragón y que era un título del voivoda (príncipe) valaquio -la idea de que era transilvano es aportación de Bram Stoker- Vlad II Dracul, caballero de la Orden del Dragón, y padre de Vlad III, que es apodado Tepes ("Empalador" en rumano) por su método más famoso para escarmentar a su enemigos. Debido a su capacidad para expulsar a los turcos de Valaquia, por lo cual vivió en constante estado de guerra durante 1431 y 1476, y liberar la comarca de la delincuencia, se le considera un héroe nacional en Rumania y el salvador de Europa pues Valaquia junto con la vecina Transilvania, constituyen la puerta meridional de Europa que todo invasor procedente de Asia, tenía que pasar obligatoriamente si intentaba conquistar por el sur las fértiles llanuras del continente europeo. Michel Beheim, un juglar germánico, compuso en 1463 una canción con el título Von ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei donde relataba la historia de Vlad Draculea. Beheim era súbdito del rey húngaro Matías Corvino, en cuya corte se refugió Draculea cuando tuvo que huir de su natal Valaquia.

La leyenda siniestra de Draculea, pudo surgir como mínimo desde 1460, cuando sus enemigos en el exterior y en el interior estaban convencidos de que Vlad disponía de poderes necrománticos, pues sólo así podía explicarse sus victorias militares. Pero en el siglo XX su figura ha tratado de ser reinvindicada.


Condesa Elizabeth Bathory

Llamada "La Condesa Sangrienta", este personaje vivió entre los siglos XV y XVI e inspiró a Sheridan Le Fanu para crear en 1872 a la protagonista de su famosa narración Carmilla.

Elizabeth, perteneciente a la alta aristocracia húngara y famosa en su época en Europa por su belleza, fue acusada de secuestrar en su castillo de Cachtice (en la actual Eslovaquia), a numerosas jóvenes doncellas vírgenes, nobles y campesinas, a quienes torturaba y desangraba hasta la muerte para obtener así sangre que usaba en sus baños y bebía (aunque esto último no se comprobara en el proceso), como parte de prácticas de magia negra en que era asistida por un séquito de brujas, bajo la creencia de que así se conservaría bella y lozana. Después de un corto proceso, ordenado e impulsado por el emperador Matias II y el palatinado, que finalizó el 7 de enero de 1611, mientras sus cómplices fueron torturadas y condenadas a pena de muerte en la hoguera, a Elizabeth por su condición aristocrática y la importancia política de su estirpe solo la condenaron a vivir emparedada en sus aposentos que fueron sellados para siempre y en los cuales uno de sus carceleros la encontró muerta en agosto de 1614.

En la actualidad se cuestiona la verdadera magnitud de sus crímenes, así como la validez o exactitud de las acusaciones y el carácter político de su proceso, cuyos archivos se conservan aun y son la fuente primaria de lo que se ha escrito sobre ella; pero en todo caso la condesa Báthory es una referencia ineludible en los estudios sobre el mito europeo del vampiro pues su historia se entremezcla con las leyendas relacionadas con el mismo.


Henry Fitzroy

Este personaje histórico inspiró a la escritora Tanya Huff autora de La saga de Sangre (Blood Ties) convertida en serie de televisión, el personaje del mismo nombre, un vampiro "bueno" que escribe novelas y se convierte en detective.

El personaje verdadero fue hijo bastardo de Enrique VIII, nombrado I conde de Nottingham y duque de Richmond y Somerset, y murió a la edad temprana, aunque no para la época, de 17 años, posiblemente de tuberculosis y aunque su muerte no está esclarecida no hay referencias históricas a actividades criminales o a vampirismo.


Gilles de Rais

Este aristócrata francés del siglo XV, que luchó en los años finales de la Guerra de los Cien Años junto a Juana de Arco, buscando en la sangre el secreto de la piedra filosofal torturó y dio muerte a unos 300 niños durante 8 años hasta que en el año 1440 fue capturado, procesado y ejecutado.


El vampiro en la ciencia

En el siglo XVIII y en el contexto de la Ilustración surgieron escritos críticos buscando desvirtuar el mito del vampiro. Voltaire dedica al tema, con su ironía característica, un aparte en su "Diccionario Filosófico" y Fray Benito Jerónimo Feijoo dedica igualmente con tono crítico al tema de "Vampiros y brucolacos" una de sus "Cartas eruditas y curiosas"(1774) a propósito del tratado escrito por un contemporáneo suyo, el fraile Augustin Calmet. Con el tiempo, diversos eruditos y científicos han tratado de explicar los orígenes del mito y explicar los fenómenos que lo componen a la luz de las ciencias exactas y sociales.


Vampiro y Zoología

La ciencia llama "vampiro" (nombre que le dio el naturalista Buffon en 1761) al murciélago hematófago conocido como Desmodus rotundus que habita en una amplia región de América, es de hábitos nocturnos y se alimenta de sangre de sus víctimas habitualmente de ganado bovino, equino o porcino a las cuales ataca mientras duermen, gracias a sus agudizados sentidos para localizarlas, acercándose a ellas volando, arrastrándose por el suelo o saltando, para morderles en los hombros, espalda, región perianal, en las patas, pezuñas, así como en la base de los cuernos o en las orejas.

Son murciélagos de un tamaño entre los 6 y los 9 centímetros y un peso de 25-40 gramos, de pelaje denso color café grisáceo, con cara aplanada y orejas pequeñas y puntiagudas, hocico corto y labio inferior en forma de V, con incisivos superiores anchos y filosos e inferiores pequeños, siendo los caninos largos, de punta aguda y borde posterior afilado. Este aspecto del murciélago hematófago inspira a los maquilladores y encargados de los efectos especiales en las películas ,las imágenes mas aterradoras o impactantes para presentar a un personaje que represente a un vampiro en aspecto mas bestial.


Vampiro y Medicina

De las ciencias es la medicina la que más ha intentado explicar y esclarecer los orígenes del mito del vampiro, no del cinematográfico o literario (cuya imagen depende de la imaginación de los novelistas y guionistas o directores); sino del vampiro folclórico que inauguró el tema.

En el siglo XVI la ola de superstición desatada hizo que surgieran obras como Los vampiros a la luz de la medicina (1749) de Próspero Lambertini (que llegaría al papado con el nombre de Benedicto XIV y desde donde siguió luchando contra las falsas creencias) o el Informe médico sobre los vampiros (1755) de Gerard van Swieten, médico y archidiácono de María Teresa de Austria, donde tras criticar el vampirismo y considerar poco frecuente aunque dentro de la normalidad los casos de incorruptibilidad de los muertos, desacreditaba a médicos y comisarios pues en muchas ocasiones y siguiendo sus indicaciones se realizaban sacrilegios, poniendo en entredicho el buen nombre del finado, violando tumbas y ultrajando cadáveres.


¿Enfermedades vampíricas?

El neurólogo español, Juan Gómez Alonso, propone una convincente explicación del mito a partir de ciertas enfermedades, que por sus síntomas y signos, así como por su impacto social, pueden servir para dar algún sustento científico a la leyenda del vampiro. sobre todo el de origen en el folclore europeo.


La Peste

Posiblemente las grandes epidemias de peste, (enfermedad infecciosa producida por la Yersinia pestis, transmitida por las pulgas de las ratas y otros roedores) sea la más factible para explicar en parte y en forma simple pero verosímil el origen del mito del vampiro. Precisamente este fenómeno también es descrito como trasfondo de la historia principal de un vampiro en obras cinematográficas como el Nosferatu de Murnau o de Herzog.

Durante el siglo XIV, especialmente en Prusia oriental, Silesia y Bohemia, para evitar el contagio, las víctimas de la enfermedad eran enterradas rápidamente sin constatar la muerte clínica. Muchos de estas victimas de enterramiento prematuro sufrieron por ello una larga y atroz agonía, infligiéndose heridas en su intento de escapar de su cárcel de madera. No es de extrañar, por tanto, que al abrir los ataúdes se encontraran al cadáver conservado y con manchas de sangre, lo que a falta de una explicación mejor estimularía la imaginación supersticiosa de la gente atribuyéndoles una condición de vampiros.

La ciencia también puede explicar la creencia en la afectación de los vecinos y familiares allegados al presunto vampiro. Las supuestas víctimas presentaban una severa palidez acompañada de intensa fatiga, cansancio y respiración entrecortada, síntomas y signos clínicos que sencillamente se pueden explicar con una enfermedad clásica, la anemia, un déficit en la cantidad o calidad de los glóbulos rojos de la sangre encargados de transportar el oxígeno a todo el cuerpo, trastorno que no siempre se debe a la pérdida de sangre, sino que hace parte también del cuadro de una desnutrición, muy frecuente en esa época ya sea por falta de adecuada alimentación por las propias enfermedades, o las carestías debidas a las guerras, cuando no por ayunos con motivaciones religiosas que tenían el objetivo de purgar los pecados y verse libre del peligro de la peste.


El carbunco

Es una enfermedad muy contagiosa de los animales producida por el Bacillus anthracis y que puede transmitirse al hombre, capaz de crear gravísimas epidemias) podría haber originado la sintomatología de la persona atacado por los vampiros. Los afectados presentan fiebre alta, sed intensa, convulsiones, afectación respiratoria y alucinaciones que se atribuyen a la falta de oxígeno, por lo que la sensación de asfixia por parte de la víctima podía ser expresada como el estrangulamiento a manos de un vampiro.


La rabia

La rabia, infección viral del Sistema Nervioso, es la enfermedad transmisible que científicamente explicaría adecuadamente el mito del vampiro, especialmente cuando su auge en Europa coincide con epidemias de esta afección durante los siglos XVI y XVII, en particular la ocurrida en Hungría entre 1721 y 1728.

* Es una enfermedad que se transmite a los humanos generalmente por mordedura de animales como perros, lobos y murciélagos, portadores habituales de la enfermedad y que en el folclore han sido relacionados con los vampiros. Un médico anónimo ya mencionaba en 1733 que el vampirismo era una enfermedad contagiosa de una naturaleza parecida a la que sobreviene tras la mordedura de un perro rabioso.

* La rabia , durante su periodo de incubación y fase preclínica (habitualmente entre 1 año y 3 meses), puede manifestarse con sensaciones anormales como parestesias o dolor en la zona de mordedura, y sintomatología inespecífica inicial (fiebre, pérdida de apetito, fatiga, depresión, temor, ansiedad y sueños angustiosos) semejando una progresiva transformación de la persona en un vampiro.

* En su fase clínica, como encefalitis y con una predilección del virus por afectar al sistema límbico (importante en el control de las emociones y la conducta), la rabia generalmente se caracteriza por un cuadro de "rabia furiosa" consistente en síntomas similares a los asignados a la figura folclórica del vampiro, como son: inquietud y agitación crecientes que pueden llegar hasta la agresividad, insomnio persistente y alteración del ritmo del sueño, y modificaciones de la conducta sexual expresadas como hipersexualidad. Debido a frecuentes espasmos musculares en el área facial, faríngea y laríngea, el paciente emite sonidos roncos y ahogados y se produce una retracción de los labios de forma que asoman los dientes como si fuera un animal. Una exaltación de los reflejos, puede causar accesos de furor maníaco frente a pequeños estímulos, como leves contactos, corrientes de aire, luz y ruidos, ciertos olores o excitaciones mínimas como ver su imagen reflejada en un espejo.

* El espasmo muscular y los reflejos anormales en faringe producen característicamente un rechazo del paciente al agua lo que se denomina hidrofobia, nombre por el cual se conoce también a esta enfermedad, causado por los intensos dolores al intentar tragar agua o simplemente con su visión (¿sería extrapolable al agua bendita?). Los problemas para tragar su propia saliva, causan que la misma se acumule y gotee de su boca formando espumarajos. Las pesadillas y las alucinaciones también suelen estar presentes en este tipo de cuadro florido de la rabia que generalmente es mortal.


La Porfiria

La porfiria y en particular el tipo de porfiria eritropoyética congénita o enfermedad de Günther , producida por una anomalía genética y hereditaria, se ha alzado con el título de "enfermedad de los vampiros"; pero, aunque curiosa y merecedora de estudio, no sirve para explicar las formas epidémicas del vampirismo debido a que es muy poco frecuente o escasamente diagnosticada.

La enfermedad se caracteriza bioquímicamente por una alteración genética de la actividad enzimática encargada de metabolizar las porfirinas pigmentos precursores del grupo Hemo componente de la hemoglobina que se encarga del transporte de oxígeno en la sangre y le da su característico color rojo. El resultado es una acumulación excesiva en los tejidos de estas sustancias, lo cual clínicamente se manifiesta en una serie de síntomas y signos y complicaciones que coinciden con ciertas características atribuidas en el folclore a los vampiros, como son:

* Fotosensibilidad: El depósito de porfirinas en la piel produce una hipersensibilidad a ciertas radiaciones del espectro solar (las de 400 nm de longitud de onda y en menor grado las de 500 a 600 nm), lo que desencadena un proceso de producción de peróxidos que, al liberar oxígeno atómico en los tejidos, provoca la destrucción celular, lo cual se manifiesta por un fuerte enrojecimiento cutáneo, así como agrietamiento y sangrado de la piel , formación de ampollas que se infectan fácilmente y formación de erosiones y úlceras que al cicatrizar dejan marcas y deformaciones en la zona afectada. Por otra parte, el organismo en un intento de proteger la piel del sol desarrolla un hirsutismo o crecimiento anormal del vello en la frente, pómulos y extremidades y en zonas inusuales como las palmas de las manos, característica que por ejemplo Bram Stoker incluye en su novela al describir por primera vez al conde Drácula.

* Deformidades faciales o "Facies vampírica": Se explicaría cuando las lesiones faciales son extensas y por su carácter recidivante se vuelven mutilantes, destruyendo los labios (que dejan la dentadura al descubierto, aparentando ser los dientes de mayor tamaño que el normal), así como los cartílagos de la nariz (mostrando frontalmente los agujeros nasales) o los auriculares (dando ocasionalmente un aspecto puntiagudo a las orejas). Igualmente, con la acumulación de porfirinas los ojos pueden aparecer de color rojizo y en los dientes aparece la llamada eritrodoncia por el depósito porfirínico en la dentina.

* Palidez extrema y ansiedad por la sangre: Por otra parte, los defectos en la producción de hemoglobina producen anemia con toda su sintomatología característica, de la cual es destacable la palidez general, tal y como se describe la imagen clásica del vampiro. Un tratamiento habitual de la anemia son las transfusiones de sangre o del grupo Hemo, que no sólo mejoran la anemia sino que frenan la producción de porfirinas y muchos atribuyen que por esa razón los pacientes tiene ansiedad por la sangre. Antiguamente la terapéutica médica para las anemias incluía beber sangre de otros animales, lo cierto es que los jugos digestivos la destruyen y para tener cierto beneficio y que pudiera absorberse una mínima parte del grupo Hemo, el paciente tendría que ingerir más cantidad que la que se necesita vía intravenosa.

* Intolerancia al Ajo: El Ajo, el cual es parte de los elementos clásicos para ahuyentar vampiros, se usa desde tiempos antiguos al atribuírsele propiedades antisépticas, antiparasitarias, expectorantes o hipotensivas. Recientemente algunos estudios sugieren que extractos del ajo producirían un bloqueo de la coagulación de la sangre al inhibir la agregación plaquetaria y uno de los elementos del ajo, el alquildisulfuro, por otra parte, podría destruir el grupo Hemo, todo lo cual podría aumentar el malestar de un paciente con porfiria causando una intolerancia.

* Disociación emocional o mental del paciente: Este tipo de porfiria no trastorna, curiosamente, la sensación de bienestar del enfermo, aunque por el tipo de vida al que se encuentra sometido es frecuente que se alteren las facultades mentales, lo que podría explicar las obsesiones y crueldades que se atribuyen a los vampiros.

* Prevalencia entre grupos familiares: Aunque la teoría porfírica del vampirismo no explica bien las epidemias de vampiros, si se ha intentado asociarla al mito por su prevalencia entre grupos poblacionales cerrados o entre familias dado el mecanismo de transmisión genética, basándose en que en la sociedad feudal era frecuente el derecho de pernada feudal, lo cual supone una transmisión del material genético del noble o señor feudal afectado de porfiria entre las familias de sus siervos o del pueblo llano, por lo que se podrían producir varios casos en un mismo periodo y con relativa frecuencia, explicando además los casos de vampirización dados en el entorno familiar del supuesto vampiro original. Por otra parte, entre las diversas variedades de la porfiria (especialmente en las variedades aguda intermitente, variegata y coproporfiria) puede desencadenarse una crisis por la ingesta de alcohol o incluso por el estrés intenso (situación que se crearía con relativa facilidad en el ámbito supersticioso y aterrador de la creencia en los ataques vampíricos.


Enfermedades psiquiátricas

La atracción patológica por beber sangre humana ha sido la causa de que en las historia se registren muchos casos de personajes reales con conducta vampírica, cuya compulsión solo ha podido ser explicada psiquiátricamente al no encontrarse un sustrato infeccioso o somático como en las enfermedades antes descritas.

Psicosis y esquizofrenia son los diagnósticos más frecuentes de los psiquiatras forenses y expertos en criminalistica para explicar la conducta vampírica de los personajes reales que su mayoría han sido asesinos seriales, desde el caballero Gilles de Rais, pasando la condesa Erzsébet Báthory antes descritos, y terminando en los criminales contemporáneos que han ocupado la primera plana de los periódicos en nuestros días.

Recientemente nuevas propuestas de clasificación de los trastornos mentales relacionados con la sexualidad, como las parafilias, asignan al vampirismo una categoría particular, deslindando este trastorno o diferenciándolo de otras filias como la necrofilia o el sadismo, para explicar o describir mejor la conducta de ciertos criminales caracterizados por sus actos motivados por el placer libidinoso derivado de la vista, contacto o bebida de sangre de sus víctimas.


Medicina forense: Explicación científica de los vampiros

Comúnmente, cuando en una aldea o pueblo corría el rumor de una "epidemia vampírica", consistente en alguna de las enfermedades descritas antes, la gente desenterraba o exhumaba los cadáveres días después de su funeral, para corroborar que, efectivamente, no se "hubiesen convertido en vampiros" y descansaran en paz.

Tras un tiempo de estar sepultados, como parte del natural proceso de putrefacción y fermentación. dadas las condiciones de temperatura, humedad y nutrientes adecuadas, en especial en los pulmones y en sistema digestivo de algunos cuerpos se desarrollan una gran cantidad de bacterias y esporas productoras de gases que se acumulan en los tejidos. En el momento en que un cuerpo era exhumado, y se intentaba manipularlo o clavar una estaca en su pecho, por la presión ejercida sobre los pulmones, el cuerpo puede exhalar una especie de "suspiro" o grito, que sería en realidad un escape de estos gases, y tal fenómeno hacía pensar a los exhumadores que el cadáver era efectivamente una criatura activa, es decir un vampiro, y que la estaca había dado fin a la existencia del mismo.

Esta labor de exhumación, en la cual participaban sacerdotes, autoridades de las aldeas e incluso los familiares del difunto, era temida ya que mucha gente sufría enfermedades serias por la inhalación del gas producto de la fermentación o descomposición orgánica cargado de bacterias que brotaba del cadáver al ser manipulado.


El vampiro en el arte

Literatura académica o erudita.

Los escritos que intentan compilar y analizar racionalmente el tema con argumentos filosóficos, teológicos y científicos, aparecen en Europa en los siglos XVII y XVIII cuando varias oleadas vampíricas (probablemente incidentes de epidemias e histeria colectiva) barrieron numerosos países de Europa Oriental. Esto produjo un interés generalizado en el tema, que llegaría a ser comentado por escritores de la talla de Voltaire, Descartes y Rousseau o el padre Benito Jerónimo Feijoo.

Quizás el primer tratado o libro de ensayos publicado en Europa sobre vampiros fue el titulado "Conceptos racionales y cristianos sobre vampiros o chupasangres" escrito en 1733 por Johann Christoph Harengerg filósofo, teólogo e historiador alemán. Pero uno de los autores más reconocidos sobre el tema fue el monje benedictino francés Dom Augustin Calmet (1672-1757), abad de Senones, destacado exégeta e ideólogo de la Inquisición que escribió, entre otras muchas obras, un libro titulado El Mundo de los Fantasmas que incluye el ensayo titulado Negociación y explicación de la materia y características de los Espíritus y los Vampiros, y así de los retornados de la muerte en Hungría, Moravia, etc. Con esta obra, Calmet realizó la primera diferenciación clara entre los vampiros, por una parte, y los demás espíritus y demonios, por otra, y plantea si el vampiro está realmente muerto, o mediante qué mecanismo es capaz de escapar de la tumba, y qué clase de energía mueve su cuerpo, llegando a conclusión de que, a pesar de su naturaleza maligna, los vampiros son seres creados por Dios. Igualmente el abad señala que el mero hecho de ser pagano no era causa suficiente para convertirse en vampiro, pues de lo contrario los romanos y griegos, que adoraban a dioses paganos, se habrían transformado todos en vampiros.

En 1820 el editor Chez Masson publicó en Paris "Histoire des vampires et des spectres malfaisans: avec un examen du vampirisme" de autor anónimo pero que algunos atribuyen al famoso escritor ocultista francés Collin de Plancy y en el cual se propone una visión racionalista del mito.

En Inglaterra el tema del vampirismo fue tratado en “The Vampire. His Kith and Kin” (1928) y en El Vampiro en Europa (1929) por Montague Summers, quien realiza estudio sobre el tema y describe un recorrido de la presencia vampírica a lo largo de la historia, desde la Antigua Grecia hasta la época moderna, a través de los diversos países de Europa.


Literatura de ficción

Los relatos literarios sobre vampiros proliferan prácticamente a partir del siglo XIX en medio de la corriente literaria del momento, es decir el romanticismo. En 1816, el poeta inglés Lord Byron pasaba unos días en las orillas del Lago Leman (Suiza) junto a un amigo, el médico John William Polidori. Mientras se hallaban en medio de una fiesta con el reconocido poeta Percy Shelley y su última mujer, Mary, se desató una tormenta alpina, y se vieron obligados a permanecer en el interior de la casa, contando historias de miedo. En un determinado momento varios de los presentes se retaron a escribir la mejor historia de terror y misterio de todos los tiempos. Mary Shelley empezó en ese momento a escribir su famosa novela Frankenstein, un mito mefistofélico de nuestro tiempo; Byron escribe el poema épico The Giaour, en el cual ya está presente la combinación del horror y de la lujuria que el vampiro siente y el concepto de los no-muertos que pueden pasar su maldición a los vivos, pero no llegó a completar la obra. Su amigo Polidori lo incluye en su obra titulada El Vampiro, un Cuento, novela publicada en 1819 y cuyo protagonista el «señor Ruthven», está inspirado en el propio Byron. Una secuela no autorizada de esta novela es llamada Lord Ruthwen ou les Vampires (1820) del autor francés Cyprien Bérard, pseudónimo de Charles Nodier, que la adaptó en el primer melodrama de vampiros teatral.

Entre 1845 y 1847 aparece en Londres Varney the Vampire or The Feast of Blood, folletín victoriano de horror gótico, cuyo autor no está plenamente identificado pero se atribuye sea James Malcolm Rymer o Thomas Preskett, ambos muy prolíficos y conocidos en ese campo de los llamados "Penny Dreadful" (folletín escabroso).

La novela gótica más famosa sobre vampiros sin duda es Drácula, del escritor irlandés Bram Stoker, publicada en 1897, cuyo protagonista personifica la fascinación de lo prohibido y es una figura simbólica clásica de la sexualidad reprimida, caracteristica de la sociedad victoriana en la que el autor vivió.

La más importante revisión literaria del mito del vampiro después de Drácula, se produjo a finales del siglo XX, cuando la escritora norteamericana Anne Rice publicó las Crónicas Vampíricas, una trilogía compuesta por las novelas Entrevista con el Vampiro, Lestat el Vampiro y la Reina de los Condenados, que después, dado su enorme éxito comercial y cinematográfico, ha continuado con secuelas como Memnoch el Demonio y Armand el Vampiro. Los vampiros concebidos por Rice son seres de ficción adaptados al gusto de las sociedades contemporáneas, totalmente carentes de la maligna crueldad sin remordimientos de sus antecesores literarios y de los personajes reales que los inspiraron; mostrándose como unos entes elitistas, posmodernos y confusos, sólo un poco pervertidos, con sentimientos de culpabilidad y humanizados, aptos para todos los públicos, sumergidos en el pensamiento filosófico de la Nueva Era sin representar la maldad y bestialidad en estado puro que, en todas las culturas y civilizaciones, caracterizan la figura del vampiro mítico tradicional.

Un escritor británico, Brian Lumley, desarrolló otra aportación al género literario de vampiros. En su serie del Necroscopio (las Crónicas Necrománticas) narra los enfrentamientos de su protagonista contra diversos seres de naturaleza vampírica; pero se desmarca completamente de las convenciones y tradiciones del mito, y los presenta como parásitos, que se sirven de los humanos y animales para sobrevivir, mejorando biológicamente a su hospedador otorgándole poderes sobrehumanos, mientras va sustituyendose su personalidad.

En 2005 aparece otra saga sobre Vampiros modernos escrita por Stephenie Meyer, caracterizada por una gran carga romántica y protagonizada por Edward Cullen, un vampiro que se quedo en la edad de 17 años y Bella Swan, una adolescente normal. (Ver artículos principales de Crepúsculo (novela) y sus secuelas Luna Nueva (novela), Eclipse (novela), Amanecer (novela)) y Sol de medianoche (novela).


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