jueves, 23 de abril de 2009

LA FELICIDAD ES CONTAGIOSA


La felicidad se extiende con facilidad a través de las redes sociales de familiares, amigos y vecinos, aseguran investigadores estadounidenses en un estudio.

Conocer a alguien que sea feliz le da a una persona un 15,3 por ciento más de posibilidades de serlo, según indica un estudio realizado por científicos de la Universidad de Harvard y de la Universidad de California en San Diego.

El amigo feliz de un amigo incrementa tus opciones de alcanzar la felicidad en un 9,8 por ciento e incluso el amigo de la hermana de tu vecino puede darte un 5,6 por ciento de posibilidades, señala el estudio, publicado por British Medical Journal en su página web.

Los investigadores descubrieron que las personas felices que están muy próximas geográficamente eran más efectivas a la hora de contagiar su buen humor. También hallaron que las personas más felices se encontraban en el centro de grandes redes sociales.

Los científicos basaron su conclusión en un estudio de las relaciones de casi 5.000 personas, rastreadas durante décadas.

Los resultados muestran que un amigo feliz que vive dentro de un radio de 0,8 kilómetros te da un 42 por ciento más de posibilidades de ser feliz. Si ese mismo amigo vive a 3,2 kilómetros de ti, su influencia disminuye un 22 por ciento. Los amigos felices que están más alejados no ejercen una influencia significativa.

De modo similar, los hermanos felices te dan un 14 por ciento más de probabilidades de ser feliz, pero sólo si viven a menos de 1,6 kilómetros de ti. Las esposas felices aportan un 8 por ciento si viven bajo tu mismo techo. Los vecinos que viven puerta con puerta y son felices te dan un 34 por ciento más de opciones de ser feliz también, pero este efecto se anula con otros vecinos, incluso si viven en el mismo edificio.

Los científicos concluyeron que la felicidad es como una enfermedad contagiosa.

"Tu estado emocional depende no sólo de las acciones o elecciones que tú haces, sino también de las acciones o elecciones que hacen otros, muchos de los cuales ni siquiera conoces", afirmó el doctor Nicholas A. Christakis, un sociólogo físico y médico de la Universidad de Harvard que es coautor del estudio.

La investigación sigue la tendencia creciente a medir el bienestar como un componente crucial de la salud pública. Los científicos han documentado que las personas que se describen como felices suelen vivir más tiempo, incluso si padecen enfermedades crónicas.



¿Quién no se ha sentido alguna vez contagiado por la felicidad de un amigo, un padre, un hermano?

¿Quién no se alegra por el júbilo ajeno?

¿Y no parece acaso que las penas vienen todas juntas entre conocidos y allegados?

Un estudio que combina la epidemiología y la sociología sugiere que la felicidad es contagiosa, y que las personas con amigos dichosos son más proclives a sentir la felicidad en sus propias carnes.

Para darle base científica a una idea que muchos ya mascaban, investigadores de las universidades de California y San Diego (ambas en EEUU), han utilizado los datos de una de las investigaciones más famosas de la historia de la medicina, el estudio Framingham. Desde 1948, 5.209 ciudadanos de la localidad estadounidense del mismo nombre (y ahora, además, sus hijos y nietos) se someten periódicamente a estudios y análisis para conocer su estado de salud.

Sus conclusiones se han publicado en la revista 'British Medical Journal' (BMJ) y pueden tener implicaciones sanitarias: "Lo más importante es el reconocimiento de que las personas son seres sociales y el bienestar y la salud de un individuo afecta a la de quienes le rodean".

Los autores seleccionaron a 5.124 individuos (a los que se denominó 'egos') y a varios de sus conocidos ('alter'): padres, hermanos, pareja, hijos, vecinos, compañeros de trabajo, amigos (y también amigos de amigos). En total, más de 12.000 individuos que estaban conectados entre sí de alguna manera en la localidad de Framingham entre los años 1971 y 2003, y que constituían entre ellos alrededor de 53.200 vínculos sociales.


Amistades positivas

Para definir la 'felicidad', James Fowler y Nicholas Christakis utilizaron una escala de valores, en la que los participantes tenían que responder a varias cuestiones sobre sus sentimientos en las últimas semanas: "Me siento esperanzado con el futuro", "me siento feliz", "disfruto de la vida", "siento que soy tan bueno como otras personas"... Como muchos de los 'alter' también estaban incluidos en el estudio Framingham no fue difícil obtener sus sensaciones y establecer cómo se distribuía este sentimiento a través de las redes sociales.

Sus análisis demostraron que las personas felices suelen estar vinculadas entre sí (lo mismo que las desdichadas). Una persona tiene un 15% más de probabilidades de sentirse ufana si está conectada con un 'alter' feliz; aunque a medida que la relación se va distanciando (amigos de amigos, vecinos, compañeros de trabajo...) estos porcentajes se van reduciendo al 9,8% o incluso al 5,6% en el caso de conocidos de 'tercera línea' (amigos de amigos de amigos, por ejemplo).

Además, se atreven a decir que hay individuos que viven en el centro mismo de la dicha, mientras que las personas que ocupan la periferia de las relaciones sociales se sienten menos satisfechas. Así, los individuos que son el centro de muchas relaciones tienen más probabilidades de seguir siendo felices en el futuro.

La investigación subraya que la felicidad de cada 'alter' influye directamente en las emociones del 'ego': tener amigos alegres incrementa un 9% las probabilidades de ser feliz en el futuro o convivir con una pareja dichosa equivale a un 8% de felicidad; y, al contrario, rodearse de pesimistas reduce un 7% las emociones positivas.

Los autores, además, sugieren que en el contagio de la felicidad las distancias cuentan. Por ejemplo, vivir a menos de 1,6 kilómetros de distancia de un hermano optimista aumenta un 14% la dosis de felicidad personal, mientras que si residen más alejados, los sentimientos fraternales no parecen tener efecto. Si quien vive a menos de 0,8 kilómetros es un amigo, su dicha incrementa un 42% las probabilidades de felicidad del 'ego'.

Este análisis de la transmisión de sentimientos señala también que las personas del mismo sexo se contagian la felicidad con más facilidad que los contrarios. Quizás por eso, sugieren, el bienestar de amigos o vecinos puede influir más que el de la pareja (en la muestra eran todas heterosexuales).

Influye en la salud
Como ellos mismos subrayan, la felicidad está relacionada con factores tan diversos como la calidad de vida, la satisfacción en el trabajo, las buenas relaciones sociales y familiares... "Y como tal, no es extraño que se vea mermada cuando alguien está enfermo o que la depresión y la ansiedad influyan negativamente en algunas patologías".

En un comentario que publica en la misma revista Andrew Steptoe, de la Fundación Británica del Corazón, reconoce que, a pesar de las pegas metodológicas que se le puedan poner, "el trabajo desata la intrigante hipótesis de que algunos condicionantes psicosociales se pueden transmitir a través de las conexiones sociales. Y esto tiene importantes implicaciones para el diseño de intervenciones eficaces".

Steptoe recuerda que hasta la fecha se ha demostrado que los individuos más felices tienen niveles más bajos de cortisol durante todo el día (relacionado con menos estrés o ansiedad), una respuesta inflamatoria atenuada y una mejor salud cardiovascular.



Dynamic spread of happiness in a large social network:
longitudinal analysis over 20 years in the Framingham Heart Study
British Medical Journal

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