domingo, 7 de diciembre de 2008

LA FORMULA DE COUÉ


El dominio de sí mismo


La sugestión o más bien la autosugestión es un tema reciente pero tan antiguo como el mundo. Es un tema nuevo en el sentido en que, hasta el presente, ha sido mal estudiado y, por consecuencia, mal conocido; es antiguo porque data desde que apareció el hombre sobre la tierra.

En efecto, la autosugestión es un instrumento que poseemos al nacer, y este instrumento o, mejor esta fuerza, está dotada de una inaudita e incalculable potencia, tal que, según las circunstancias, produce los mejores o los peores efectos.

El conocer sobre esta fuerza no sólo es útil para cada uno de nosotros en general, sino y en particular, es indispensable para los médicos, los magistrados, los abogados, los educadores de jóvenes, los padres de familia, etc.

Cuando se la pone en práctica de manera consciente, se evita, en principio, provocar en los otros autosugestiones que, por nocivas, pueden traer por consecuencia desastres. Y por otra parte, puede con el uso conciente de la misma, provocar bienes que traigan la salud física a los enfermos, la salud moral a los neuróticos (víctimas inconscientes de autosugestiones anteriores), y sobretodo a personas que tienentendencia a mezclarse con lo desagradable.


El ser consciente y el ser inconsciente


Para comprender los fenómenos de la sugestión o, para hablar más precisamente, de la autosugestión, es necesario saber que existen, en nosotros, dos individuos absolutamente distintos el uno del otro. Los dos son inteligentes, pero, mientras que el uno es consciente, el otro es inconsciente.

Ese estado de “inconsciente” es la razón por la cual, la existencia de este ser, pasa, generalmente desapercibida. Es fácil de constatar, no obstante, esta existencia, por poco que se tome uno la pena de examinar ciertos fenómenos y de reflexionar en ellos algunos momentos.


Voluntad e imaginación


Si abrimos un diccionario y buscamos el significado del término voluntad,encontraremos esta definición: “Facultad de libre determinación de nuestros actos”.

Aceptamos esta definición como verdadera, e intachable. Ahora bien, nada es más falso, y esta voluntad, que reivindicamos tan orgullosamente, cede siempre el paso a la imaginación. Esta es una ley absoluta es decir que, no sufre excepción alguna.

“! Blasfemia! ¡Paradoja!” Opondrá, usted.“En lo absoluto. Verdad, pura verdad”, les respondo yo.

Y par convencerlo, abra los ojos, mire a su alrededor, y sepa comprender lo que ve. Usted se da cuenta entonces que lo que le digo no es una teoría fundada por un cerebro enfermo, sino la simple expresión de lo que es.

Supongamos que colocamos al sol una plancha de 10 metros de largo por 25 metros de ancho: es evidente que todo el mundo será capaz de ir de uno a otro lado de esta plancha sin tropezarse.

Cambiemos las condiciones del experimento y supongamos que esta plancha está ubicada a la altura de las torres de una catedral: ¿quién es entonces, capaz de avanzar por lo menos un metro sobre tan estrecho camino?. ¿Usted quien, me escucha? No. Sin duda. Usted no daría dos pasos sin temblar: y que, a pesar de todos sus esfuerzos de voluntad, caería infaliblemente al suelo.

¿Por qué entonces, si la plancha está en el suelo, por qué no caería usted? Y, ¿Por qué sí caería cuando está puesta en lo alto? Simplemente porque, en el primer caso usted se imagina que es fácil ir hasta el otro extremo de la plancha, mientras que, en el segundo, usted se imagina que usted no puede. Usted pudo querer avanzar pero, si imagina que usted no puede, queda en la imposibilidad absoluta de hacerlo.

Si los obreros, carpinteros, son capaces de realizar tal acción, es porque ellos imaginan que pueden.

El vértigo no tiene otra causa que, la imagen de caer que nos hacemos; esta imagen se transforma inmediatamente en acto, a pesar de todos nuestros esfuerzos de voluntad. Estas imágenes inconscientes son tanto más rápidas que la intensidad de nuestros esfuerzos.

Consideremos una persona afectada de insomnio. Si no hace esfuerzos por dormir se quedará tranquila en su lecho. Si por el contrario, quiere dormir, a mayor esfuerzo mayor agite, menos se duerme.

¿No se ha dado cuenta que, cuando cree haber olvidado un nombre más se le escapa éste, al tratar de recordarlo, mientras que, al sustituir en su mente, tal idea, por esta otra: “ya me acordaré”, el nombre aparece sin el menor esfuerzo?.

Aquellos que hacen bicicleta se acuerdan de sus primeros intentos. Iban por la calle y ante el temor de caer, se agarraban del volante, de un momento a otro, notaban en medio del camino un caballo o un simple guijarro, buscaban evitar el obstáculo, peromientras más esfuerzos hacían por evitarlo, más directamente iban hacia él.

¿Quién no tuvo esa risa loca, ese reír que mientras más esfuerzos se hace por evitarlo, más violento es?. ¿Cuál era el pensamiento de cada uno en tales diferentes circunstancias?

“quiero no caerme”,
“quiero encontrar el nombre de madame Cosa, pero no puedo”,
“Quiero evitar el obstáculo, pero no puedo”,
“Quiero contener la risa, pero no puedo”.

Como se ve, en cada uno de estos conflictos, es siempre la imaginación que domina sobre la voluntad y, sin excepción.

En el mismo orden de ideas, ¿acaso no sabemos que un jefe de tropa que se precipita hacia delante, a la cabeza del grupo, entrena a su tropa a estar siempre después de él, mientras que si grita: “Sálvese quien pueda”, determina casi fatalmente el fracaso? ¿Por qué? En el primer caso, la tropa se imaginan que ellos deben caminar hacia delante, a la cabeza de sus tropas, mientras que; en el segundo, se imaginan que ellos están vencidos y que es preciso huir para escapar de la muerte.

Panurge, no ignoraba el contagio del ejemplo, es decir, la acción de la imaginación, cuando, para vengarse de un negociante con el que navegaba, le compró el mejor cordero y se lo tiró al mar, tal que, los demás corderos, lo siguieron, sin que le quedase al enemigo, ninguno.

Nosotros, los humanos, nos parecemos más o menos a los corderos y, a pesar de nosotros, seguimos irresistiblemente el ejemplo de otro, imaginando que no podemos hacer de otro modo.

Podría citar muchos ejemplos, pero creo que tal enumeración es innecesaria. No pasaré en silencio, no obstante, el hecho de la enorme potencia que presenta la imaginación, dicho de otra manera, la potencia del inconsciente en la lucha contra lavoluntad.

Hay bebedores que desearían dejar de beber, pero que no pueden impedírselo a sí mismos. Interróguelos, le responderán, con toda sinceridad, que quisieran estar sobrios, que la bebida los desgasta, pero que son, irresistiblemente impulsados a beber, a pesar de su voluntad, a pesar del mal que saben, les hará...

Incluso ciertos criminales hacen sus fechorías a pesar de ellos, y cuando se les pregunta por qué, ellos responden: ”Yo no pude impedírmelo, eso era más poderoso, era más fuerte que yo”.

Y el bebedor y el criminal, dicen la verdad: están formados para hacer lo que hacen, por la sola razón de que ellos imaginan que no pueden no hacerlo.

Así pues, nosotros que estamos tan orgullosos de nuestra voluntad, nosotros que nos creemos tan libres en lo que hacemos, no somos sino unos pobres fantoches de los que la imaginación tiene los hilos. No cesamos de ser esos fantoches sino cuando hemos aprendido a conducir la imaginación.


Sugestión y Autosugestión


Después de lo anterior, podemos asemejar la imaginación a un torrente que entraña, finalmente, malestar y que, se le ha dejado caer, a pesar de nuestra voluntad de cruzar el río. Ese torrente, parece indomeñable; mientras que si usted sabe cómo tomarlo, usted volteará su curso, lo conducirá hasta la fábrica, y allí, lo transformará en fuerza, en movimiento, en calor, en electricidad. Si esta comparación no les parece suficiente, asemejemos entonces la imaginación (la loca de la casa, como se la llama) a un caballo salvaje que no tiene ni guía ni frenos. ¿Qué puede hacer el jinete que lo monta, si no, dejarse llevar a donde al caballo le plazca conducirlo?. Y siguiendo, entonces, si éste se encabrita, es en la fosa donde detiene su carrera. ¿Que el jinete acaba de poner frenos a su caballo, y que los roles han cambiado?. No es el caballo quien va a donde él quiere, es el jinete quien se hace seguir por su caballo por la ruta que desea.

Ahora que estamos captando la enorme fuerza del ser inconsciente o imaginativo, voy a mostrarles que este ser, considerado como indomable, puede también domarse, tan fácilmente como a un torrente, o a un caballo salvaje. Pero antes de ir más lejos, es necesario definir, cuidadosamente dos palabras que empleamos con frecuencia, sin saber a ciencia cierta lo que significan. Estas palabras son:


Sugestión y autosugestión


¿Qué es entonces la sugestión?

Se puede definir como

“la acción de imponer una idea al cerebro de una persona”.

¿Realmente existe esta acción?

Propiamente hablando, no.

La sugestión no existe por sí misma, en efecto; ella no existe y no puede existir sino a condición sine qua non de transformarse en un sujeto en autosugestión.

Y esta palabra, la autosugestión, la definimos como:

“La implantación de una idea en sí mismo por sí mismo”.

Usted puede sugerir algo a alguien: si lo inconsciente de éste último no acepta tal sugestión, si no la digiere, por así decir, a fin de transformarla en autosugestión, ella no produce efecto alguno.

Algunas veces se me ha ocurrido sugerir algo banal a sujetos de ordinario obedientes, y ver mi sugestión fallar. La razón de esto es que lo inconsciente de tales sujetos ha rehusado aceptar mi sugerencia, y no la transforma en autosugestión.



“Siéntese y cierre los ojos”.


“Le ruego cerrar, simplemente, los ojos para que su atención no se distraiga en objetos que llegan a su campo visual”.


“todas las palabras que le voy a pronunciar van a fijarse, imprimirse, gravarse, incrustarse, en su cerebro.

Es preciso que ellas queden fijadas, impresas, incrustadas.

Incluso si usted no quiere, o no sabe cómo, quedarán fijadas, de una forma totalmente inconsciente de su parte, su organismo y usted mismo deberán obedecer”.


“todos los días, tres veces por día: a la mañana, a la tarde, a la noche; a la hora de las comidas, usted tendrá hambre, y se dirá: “comeré placenteramente” y en efecto, usted comerá con placer.

Tendrá cuidado en masticar, lentamente, sus alimentos de tal forma que, los transforme en una especie de pasta blanda que, usted digerirá.

En estas condiciones usted digerirá bien y no sentirá dolor alguno.

La asimilación se hará bien y su organismo preferirá sus alimentos para hacer sangre, músculo, fuerza, energía, en una palabra; vida.

Puesto que usted ha digerido bien, la función intestinal se cumplirá normalmente y todas las mañanas, al levantarse experimentará la necesidad de evacuar y, sin tener necesidad de utilizar medicamento alguno, sin recurrir a artificio alguno usted obtendrá un resultado satisfactorio”.


“todas las noches, a partir del momento en que desee ir a dormirse hasta el momento en que desee despertarse a la mañana siguiente, dormirá con un sueño profundo, calmo, tranquilo, durante el cual no tendrá pesadillas, sueño al salir del cual, usted portará completa disposición de ánimo.

De otra parte, a partir de ahora, si le llega el estar triste, derrumbado, fatigado, enojado, no será más así, y en lugar de estar triste, derrumbado, fatigado enojado, usted estará, alegre, es posible estar alegre, sin razón alguna, alegre incluso, así mismo como le llegaba estar triste sin razón alguna: le diré más; incluso aún teniendo verdaderas razones, razones reales, para estar aburrido y afligido, usted no lo estará.

Si le llegan momentos de impaciencia, cólera, usted no hará tales movimientos, no los tendrá más; por el contrario, estará siempre paciente, siempre dueño de usted mismo y las cosas que le enojan, se tornarán para usted, indiferentes y entrará en calma, mucha calma.

Si alguna vez es asaltado por el odio, seguido de ideas malsanas, temores, terrores, fobias, tentaciones, amarguras; yo deseo que todo eso frente a los ojos de su imaginación y poco a poco, se aleje de usted, y que eso parezca fundirse, perderse como en una nube lejana en la que todo debe terminar desapareciendo, completamente; como al despertar, se evapora un sueño.

Deseo que todos sus órganos funcionen bien: el corazón late normalmente, la circulación sanguínea se efectúa como ella debe efectuarse, los pulmones funcionan bien, el estómago, el intestino, el hígado, la vesícula biliar, los riñones, la vejiga, cumplen normalmente sus funciones.

Si alguno entre ellos funciona de forma anómala, esta anomalía desaparece día a día, tal que en poco tiempo, habrá desaparecido completamente, y éste órgano habrá retomado su función normal.

Además, si existe alguna lesión en alguno de ellos, estas lesiones se cicatrizan día a día, y ellas estarán rápidamente curadas”.


“todos los días, bajo todos los puntos de vista, voy de mejor en mejor”.


“Si hasta el presente, usted ha experimentado frente a usted mismo una cierta desconfianza, le digo que esa desconfianza desaparecerá poco a poco, dejando en su lugar, al contrario, confianza en usted mismo, basada en esta fuerza de un incalculable poder, que está en cada uno de nosotros”.


Usted toma confianza, en usted y, entonces, la confianza le da la certeza de que usted es capaz de hacer, no sólo bien, síno, muy bien, todas las cosas que desee hacer, con la condición de que sean razonables, todas esas cosas, tanto como es razonable, su deber de hacerlas.

Entonces, cuando usted decida hacer algo, razonable, cuando tenga que hacer una cosa que es su deber hacerla, piense siempre que esa cosa es fácil.

Que las palabras: “difícil”, “imposible”, “yo no puedo”, “es más fuerte que yo”, “no puedo impedirme tal o cual cosas...”; desaparezcan de su vocabulario, ellas no son castellano. Lo que sí es castellano es,


“es fácil, yo puedo”.


Si usted considera la cosa, como fácil, ella se le tornará fácil, mientras que a los otros les seguirá pareciendo difícil, y estas cosas usted las hace rápido, usted las hace bien, usted las hace sin fatiga porque las hace sin esfuerzo.

Mientras que si usted las hubiera considerado difícil, o imposible, estas se le tornarán difíciles, simplemente porque usted la consideró así”.


“En suma, espero que desde todos los puntos de vista, tanto desde el punto de vista físico como moral, usted goce de excelente salud, de una salud mejor que aquella de la que usted ha gozado hasta ahora.

Ahora contaré hasta tres y cuando yo diga tres,usted abrirá los ojos y saldrá del estado en que usted estaba,y saldrá tranquilamente, al salir no tendrá la más mínima fatiga, ni aburrición.

Por el contrario, se sentirá, fuerte, vigoroso, alerta,dispuesto, pleno de vida, además, estará alegre, muy alegre y dominando todos sus asuntos.

UNO, DOS, TRES”.


“Todos los días, bajo todo punto de vista, voy mejor, mejor y mejor”.




Émile Coué (1857-1926) fue un psicólogo y farmacólogo francés.

Introdujo un método conocido como la psicoterapia, que es una técnica de curación y auto-mejoría que se basa en la autosugestión de la hipnosis. Se le conoce como el padre del condicionamiento aplicado.

Coué aprendió acerca de la hipnosis por Ambroise-Auguste Liébault, el fundador de la Escuela de Nancy. En 1913 Coué fundó la Sociedad de Psicología Aplicada de Lorraine. Introdujo un nuevo método, el auto-comienzo de la autosugestión consciente, del cual escribió un libro. Modificó la teoría de Abbé Faria proponiendo que para que la autosugestión fluyera de la mente, uno tenía que alimentarla primero: repitiendo palabras o imágenes como autosugestión para la mente subconsciente, uno puede condicionar su mente. Después, la mente condicionada, es capaz de producir un comando autogenerado cuando la situación lo requiera.

Su muy conocido mantra, “Día tras día, en todos los aspectos, me va mejor y mejor” es conocido como Couéismo, o el método de Coué, y depende en gran parte de la repetición de la fórmula.

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